
- miércoles 11 de junio de 2025 - 12:00 AM
Ayer compartía espacio con una pareja de esposos en la cual se dijo en forma coloquial que ellos dos son uno. Yo intervine con una sonrisa y les dije: «Ustedes son dos personas que forman una pareja».
Esto nos lleva al concepto de identidad. Una pareja, como tal, forma una unidad parental. Igual que la de mi ejemplo, está compuesta por dos individuos con identidad propia e identidad de pareja. Si hilamos más fino, existe la identidad parental, es decir, de padres, y la unidad familiar, compuesta por los integrantes de una familia; en este artículo, nos referimos a la pareja como unidad e individualidad.
Formar pareja es todo un reto, y el ideal es que sea un espacio de crecimiento y apoyo mutuo donde haya flexibilidad en la realización de las metas y cumplimiento de los roles; por ejemplo, si uno de los integrantes de la pareja pierde el sustento económico, por falta de empleo, el otro puede tomar el rol de proveedor principal.
El asunto se complica cuando hay rigidez dentro de la relación de pareja y los roles no cambian y se intercambian. Allí puede abrirse la apertura a los conflictos de pareja, que pueden complicarse hasta la separación o el divorcio, según sea el caso.
La pareja está compuesta por dos personas que unen sus vidas, las cuales tienen intereses comunes y también aspiraciones personales. Es recomendable que puedan cumplir sus anhelos personales y que la unidad parental no se afecte.
En mi experiencia como abogada, pude ver mucho de lo que les escribo: parejas cansadas, molestas, asfixiadas, traicionadas porque no son respetadas sus realizaciones y propósitos. Es bueno darse cuenta a tiempo y buscar ayuda.