El nepotismo

  • sábado 21 de junio de 2025 - 12:00 AM

Del italiano nepote, que significa sobrino nos viene nepotismo, que no es otra cosa que la preferencia -de los gobernantes o funcionarios- para con los miembros de su familia en la ocupación de cargos públicos, preferencias, prebendas, favoritismo, contratos, concesiones, etc, con el flagrante y premeditado olvido del mérito que puedan tener otras personas.

En nuestro Panamá, de ayer y de hoy, el nepotismo ha logrado ganar mucha presencia. De la mano del clientelismo y del populismo, como buenos hijos de la corrupción, sus prácticas ha logrado penetrar la idiosincrasia. Recordemos el entonces magistrado del Tribunal Electoral que, al detectarle 27 familiares nombrados en esa dependencia, exclamó que él “tenía que proteger a su familia”.

En la mayoría de los Estados hoy día, plurales y diversas normas jurídicas suelen prohibir de una u otra forma, esta conducta que, no cabe la menor duda, es una permanente forma de corrupción. En nuestro caso, viene y sigue, apadrinada por el estatuto constitucional personalista y autoritario, impuesto por la dictadura militar, que fue hecha desde el poder para favorecer intereses particulares.

Recientemente, la Autoridad Nacional par la Transparencia Institucional (ANTAI), ha iniciado una decidida acción contra esta nefasta práctica del nepotismo. A la fecha ha ido alcanzando, no sin dificultades, importantes logros en algunas instituciones y dependencias públicas, en la cuales el putrefacto hedor del nepotismo ha reinado -impunemente- por más de medio siglo.

Algunos de los nostálgicos de la dictadura, enquistados aún en altas esferas del poder político, procuran que esta práctica prevalezca, invocando para ello consideraciones que desacreditan el mérito de muchos. Sin embargo, es determinante que los ciudadanos juguemos un rol de auxiliares decididos en la lucha contra el nepotismo y que se establezcan -de una vez por todas- normas y procedimientos que contribuyan eficazmente a combatir la nefasta creencia impuesta.

Panamá vive un momento en el que, debemos retomar todas las acciones ciudadanas que contribuyan a lograr la tan prometida democratización. No hacerlo nos obligará a pagar un alto precio como sociedad. Debemos entonces, fortalecer nuestra formación cívica para lograr que la meritocracia se imponga al favoritismo y al nepotismo.

Del italiano nepote, que significa sobrino nos viene nepotismo, que no es otra cosa que la preferencia -de los gobernantes o funcionarios- para con los miembros de su familia en la ocupación de cargos públicos, preferencias, prebendas, favoritismo, contratos, concesiones, etc, con el flagrante y premeditado olvido del mérito que puedan tener otras personas.

En nuestro Panamá, de ayer y de hoy, el nepotismo ha logrado ganar mucha presencia. De la mano del clientelismo y del populismo, como buenos hijos de la corrupción, sus prácticas ha logrado penetrar la idiosincrasia. Recordemos el entonces magistrado del Tribunal Electoral que, al detectarle 27 familiares nombrados en esa dependencia, exclamó que él “tenía que proteger a su familia”.

En la mayoría de los Estados hoy día, plurales y diversas normas jurídicas suelen prohibir de una u otra forma, esta conducta que, no cabe la menor duda, es una permanente forma de corrupción. En nuestro caso, viene y sigue, apadrinada por el estatuto constitucional personalista y autoritario, impuesto por la dictadura militar, que fue hecha desde el poder para favorecer intereses particulares.

Recientemente, la Autoridad Nacional par la Transparencia Institucional (ANTAI), ha iniciado una decidida acción contra esta nefasta práctica del nepotismo. A la fecha ha ido alcanzando, no sin dificultades, importantes logros en algunas instituciones y dependencias públicas, en la cuales el putrefacto hedor del nepotismo ha reinado -impunemente- por más de medio siglo.

Algunos de los nostálgicos de la dictadura, enquistados aún en altas esferas del poder político, procuran que esta práctica prevalezca, invocando para ello consideraciones que desacreditan el mérito de muchos. Sin embargo, es determinante que los ciudadanos juguemos un rol de auxiliares decididos en la lucha contra el nepotismo y que se establezcan -de una vez por todas- normas y procedimientos que contribuyan eficazmente a combatir la nefasta creencia impuesta.

Panamá vive un momento en el que, debemos retomar todas las acciones ciudadanas que contribuyan a lograr la tan prometida democratización. No hacerlo nos obligará a pagar un alto precio como sociedad. Debemos entonces, fortalecer nuestra formación cívica para lograr que la meritocracia se imponga al favoritismo y al nepotismo.

Cátedratico