• martes 15 de noviembre de 2011 - 12:00 AM

‘Violencia política’

El Gobierno está a un tris de perder el control del manejo de los problemas sociales, pues contrario a lo que informa, los gobernantes p...

El Gobierno está a un tris de perder el control del manejo de los problemas sociales, pues contrario a lo que informa, los gobernantes prefieren seguir la ‘asesoría aduladora’, que directamente prestar atención a la voz de los disconformes. Al declararnos defensores de la institucionalidad democrática, anhelamos que por encima de todas nuestras diferencias, los gobiernos mantengan abiertos los canales institucionales de participación ciudadana, útiles en la toma de decisiones de impacto para la colectividad, pues solo garantizando el respeto y la tolerancia por las ideas divergentes es posible construir niveles aceptables de paz y tranquilidad social.

En fecha reciente ocurrió el asesinato a sangre fría del dirigente perredista, el periodista Darío Fernández, hecho ocurrido en Penonomé, en medio de circunstancias que fácilmente nos llevan a pensar que se trata de otro caso de ‘ajuste de cuentas por encargo’. Como de costumbre suele ocurrir, comienzan a circular las más variadas ‘bolas’ que intentan explicar el móvil del atentado, conjeturas en las que peligrosamente se menciona como detonante una supuesta diferencia política con el agresor.

Desde luego, estamos frente a un evento delictivo, de esos que por sus repercusiones no les es permitido ni a investigadores ni a jueces jugar con el tiempo ni con la inteligencia ciudadana. Es por eso que en lo más profundo de mi ser anhelo que las investigaciones logren disipar toda sospecha de que estamos ante un escandaloso caso de violencia política, pues si los métodos violentos ingresaran al escenario político, las armas reemplazarían al diálogo, los partidos degenerarán en bandas armadas; sus dirigentes en verdaderos ‘padrinos’, y la comunidad y sus proyectos terminarían atrapados entre el fuego incontrolable del flagelo del crimen organizado y la violencia política.

Esta reflexión es también una llamada de atención por el peligro que llevaba inserta la movilización ‘a consignación’ de cientos de mujeres procedentes de los estratos populares, ‘dizque’ con el propósito de ‘piquetear’ al vicepresidente Varela, pues las masas, en su desesperación por resolver el ‘día a día’, fácilmente pueden ser convertidas en verdaderas ‘tropas de choques’, encabezadas por ‘lidercillos inescrupulosos’ al servicio de mercenarios de la política criolla. Ante este hecho, la preocupación de las autoridades electorales debe ir más allá de la búsqueda del responsable de la utilización de fondos estatales con fines politiqueros, pues lo peligroso es qu e tras esas ‘enardecidas montoneras’ fácilmente se pueden disfrazar acciones violentas, ya que de buenas a primeras se les puede confundir con un grupo de ciudadanas ejerciendo en público el legítimo derecho cívico de protestar.

EL AUTOR ES ABOGADO

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