El valor de la solidaridad

La muestra más significativa de solidaridad la vivimos en plena pandemia cuando se restringió la movilización de la población y se establecieron medidas como el toque de queda y una cuarentena total que trajo como consecuencia el cierre de los principales establecimientos de expendio de alimentos.

El panameño que vive del día a día padeció una de las crisis económicas más cruel de la historia porque las medidas sanitarias prevalecientes impedían la libre movilización de las personas en busca del sustento diario; embargo, el apoyo desinteresado de amigos, vecinos y familiares fue determinante para salir adelante.

Las ollas comunes, bolsas de comidas y hasta hubo quienes se organizaron para llevar un plato de comida caliente a los más necesitados en calles, barrios y avenidas; por cierto, la más bella expresión humana de fraternidad hacia los que menos tienen.

El panameño es noble y lo ha demostrado en reiteradas ocasiones cuando la situación así lo amerita; sin embargo, la realidad socioeconómica que padecen miles de personas que se encuentran en las calles, sin pan ni techo, ante la indiferencia de las autoridades, clama acciones humanitarias nuestras en beneficio de ese grupo de personas.

Cada día es más evidente la gran cantidad de hermanos que pernotan en las calles porque no reciben ayuda de las instituciones encargadas de velar por la seguridad social de los desposeídos, tal como se acostumbra en otros países mediante la creación de comedores populares, albergues y atención médica gratuita.

Decía alguien con mucho acierto que no hay mayor satisfacción que dar; frase que hoy día cobra mayor relevancia cuando vemos que el hambre se pasea por las calles de mi querido Panamá y se hospeda en los reprimidos estómagos de niños, adultos y ancianos.

Valga la ocasión que hoy, 31 de agosto, se celebra el Día Internacional de la Solidaridad, para hacer un llamado a realizar acciones para los desfavorecidos…

PERIODISTA Y DECANO ELECTO DE LA FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL DE LA UP