• sábado 10 de mayo de 2025 - 12:00 AM

Un papa que renueva esperanzas

Un viejo refrán, que se cumplió en varios cónclaves anteriores, dice que quienes entraban “papables” salían cardenales. Es esperanzador que Robert Francis Prevost Martínez haya roto ese vaticinio. Su trayectoria sacerdotal, marcada por una profunda vocación misionera, probada durante más de veinte años al servicio de los más humildes, en el Perú, cuya nacionalidad adoptó, augura que su pontificado estará marcado por la renovación y la continuidad de la ruta de su predecesor.

Significativo por demás es que haya adoptado el nombre de León XIV, en recordación de León XIII, el pontífice que con su memorable encíclica “Rerum Novarum”, publicada el 5 de mayo de 1891, sentó las bases de la doctrina social de la Iglesia.

Su elección en la cuarta votación se produjo con sorpresiva rapidez; la de León XIII se dio a la tercera. La prontitud del esperado desenlace del cónclave, es indicador de que su candidatura contaba, desde el principio, con un amplio respaldo. Por su edad, es de esperar que su reinado tenga una considerable duración, suficiente para dejar una impronta perdurable.

Al revisar sus antecedentes, que dan cuenta de que su carrera casi fue tutelada por el Papa Francisco, surge justificadamente la conjetura de que este, intencionadamente lo fue situando como un posible sucesor. A esta conjetura también contribuye el hecho de que el 80% de los futuros electores fueron creados cardenales durante el pontificado de su predecesor.

Francisco ha sido un Papa comprometido que con su jefatura de la Iglesia abrió anchas avenidas para su renovación. Su énfasis en volcar la atención de la Iglesia hacia los más necesitados, tanto de consuelo espiritual como de asistencia material, pregonada y practicada con el ejemplo, marcó nuevos rumbos. Y que se haya escogido para sucederlo a un pastor que ha convivido con la pobreza e hizo de su vocación misionera el eje de su vida sacerdotal es de singular importancia en un mundo cada día más convulsionado, en el que los más desamparados sufren las mayores consecuencias de las ambiciones materialistas que hoy sacuden a casi todos los rincones del planeta.

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