Hace poco más de un lustro anotaba en un escrito que “el repudio ciudadano a la putrefacción que carcome a nuestro cuerpo social pero, con mayor intensidad, a nuestras autoridades nacionales, provinciales, municipales y demás”, crecía día a día.
Señalaba entonces que “para muchos sectores de la población, la corrupción y la impunidad parecen haber logrado secuestrar la dignidad nacional, gracias a los cipayos que les vienen brindando –desde hace lustros- sus servicios. Educación, salud, vivienda, seguridad sufren las consecuencias de la coimeadera y la actuación de los coimeados”. En aquel entonces, 2017, Odebrecht, el nuevo y moderno Ali Baba, había logrado con sus actuaciones, asaltar las arcas nacionales y contaminar y destruir nuestro tejido social.
La situación social desde entonces se ha venido agravando como resultado de la actuación de la empresa criminal que sucedió al oprobioso e impune gobierno de Varela. Hoy día, luego de las erupciones sociales del 2022 y 2023, al arreciar la lucha por el poder político de parte de los derrotados electoralmente en las pasadas elecciones, hemos entrado en una nueva ola de malestar social que se expande de la mano de una intolerancia de determinados actores de la partidocracia tradicional, quienes por acción u omisión, han partido al asalto del poder político, para poder así apropiarse de los bienes del pueblo panameño y continuar golpeando duramente a amplios sectores de la ciudadanía desprovistos de sus derechos y garantías.
En el fondo, no hacen otra cosa que favorecer un sistema producto de una constitución impuesta que brinda apoyo “legal y logístico” a la corrupción y la impunidad, que es la razón -también de fondo- del malestar intolerante que predomina. Lo acontecido con la bananera en Changuinola, es una expresión del caciquismo que, de la mano del clientelismo y del populismo, manipula a su antojo a un amplio sector de los trabajadores secuestrados a su antojo.
De seguir como vamos sin alcanzar la definición decidida de un proyecto nacional, no me cabe duda que “nos saldrá más cara la mecha que el candil”.