• lunes 09 de febrero de 2015 - 12:00 AM

La tramoya de la gasolina

Una vez más y, como siempre, de espaldas a la ciudadanía, el Gobierno de turno decide arremeter contra la calidad de vida de la población

Una vez más y, como siempre, de espaldas a la ciudadanía, el Gobierno de turno decide arremeter contra la calidad de vida de la población con su artera decisión de aumentar los impuestos.

En esta ocasión y valiéndose de un vocabulario travesti, nos dicen que el nuevo y criminal impuesto al combustible (0.20 centavos por galón) es ‘una transferencia del ahorro’, como si la ciudadanía toda fuese una caterva de cretinos dispuestos a someterse a la ‘bajocridad’ gubernamental.

Esta decisión, al igual que el aumento de la tarifa de la electricidad y los avalúos, nos recuerda que: ‘…príncipes que han hecho grandes cosas han tenido poco en cuenta la palabra dada y han sabido burlar con astucia el ingenio de los hombres y al final han superado a los que se han fundado en la veracidad’. [Nicolás Maquiavelo-El Príncipe-1513].

Han tirado prontamente por borda, con disimulo y maña, la cacareada promesa electoral de ‘una política fiscal sostenible’ y, rápidamente, han puesto al pueblo de último en su lista de prioridades al arrancar con aumentos de tasas, nuevos impuestos, medidas económicas antidemocráticas y antipopulares, aparte de falaciosas y demagógicas.

No se puede contemplar en silencio esta nueva ola de aumentos que atentan criminalmente contra la calidad de vida de todos. Se hace más obligatoria la participación ciudadana activa y decidida. Este es un paso decisivo para acabar con el espectáculo que han montado para ocultar su incapacidad de castigar debidamente el monstruoso saqueo y atraco perpetrado contra el erario y las interceptaciones ilegales para violar la intimidad y la privacidad.

Estamos hartos de tantos abusos y debemos manifestar nuestro repudio al impuesto del combustible y a todo lo que venga como resultado de una imposición.

Preparémonos cívicamente para evitar que los diputados y los canallas degüellen nuestras esperanzas. Exijamos una Constituyente soberana ¡ya!

*Constitucionalista y catedrático universitario