• jueves 18 de diciembre de 2025 - 12:00 AM

Traicionar al pueblo es traicionar a Dios

A lo largo de lustros y décadas se pudiera contabilizar el cambio educativo y profesional de los panameños. Innegable la estructura formada durante la década 1970/80 y algunos años más.

La educación, salud y caminos de penetración, fueron el pilar fundamental de avance del gobierno de Omar Torrijos Herrera. Una población con un muy alto porcentaje de analfabetas, aprendió a leer y escribir.

A las poblaciones rurales se les proveyó de caminos, carreteras, agua potable, centros de salud y educación. Los asentamientos Campesinos jugaron un papel importante para la dieta y vivencia de las poblaciones campesinas.

Hubo una policía que, hacia servicio comunitario, a diferencia a antes de 1968 que reprimía, violaba los derechos personales y ciudadanos, porque estaba al servicio de la oligarquía criolla y sus mandaderos invasores.

Que hubo desaciertos y beneficios, es innegable, para y de ambos lados. Ellos no tenían la formación académica ni el arrastre benéfico familiar de los gobiernos anteriores, cosa que se repite en espiral desde 1990.

El 16 de diciembre de 1969 (El día de la lealtad), fue un intento de ruptura contra los cambios a realizar y los dejados atrás con los gobiernos tradicionales. Algo que jamás perdonarán quienes tuvieron y aún pretenden tener a la población sin educación.

Prueba de lo expuesto son los centenares de escuelas rancho existentes y el fatídico interés de cuestionar los recursos y traslados de partida de la Universidad de Panamá y el ITSE, porque nos quieren brutos, sin formación académica.

La célebre frase, atribuible tanto a José Martí (1853-1895), como a Elías Calixto Pompa (1832-1887); sentencia: “Estudia y no serás en el mañana juguete vulgar de las paciones, ni el esclavo servil de los tiranos”, nos marca el camino que siguió OTH. Aun cuando le duela muchos.

La ingenuidad de centenares, es esperar que las aguas bajen para recoger los camarones. Error desde cualquier esquina del círculo. El gobierno se ensaña contra quienes tienen voz, mientras funcionarios de alta envergadura sostienen en los medios expresiones que a la postre les son refutadas con pruebas. Soy el hijo de Juana. Dios te salve, Panamá.