- domingo 26 de diciembre de 2010 - 12:00 AM
Therapeia
N acemos, crecemos y morimos porque sí. Porque el mundo se reinventa cada cierto tiempo; porque nada es eterno. ¿Cómo sería nuestra existencia si viviésemos para siempre? Aburrida, estéril, monótona. Algo así como el tedioso caminar de quien no tiene interés en llegar. La vida es así; una mezcolanza de colores, emociones y situaciones que determinan nuestra percepción de la vida, nos forman y reforman, alterándonos a cada instante.
Sobrevivir y vivir no son lo mismo. Una es la versión ridículamente diluida de la otra. Para sobrevivir sólo se necesita lo básico, pero para vivir se necesita todo. ¿De qué sirve existir cuando no se siente? De nada sirve, pues es inexistente, igual que sin movimiento todo es estático. Pasión, es eso lo que se necesita. Vivir por las ansias de experimentar aquello que inyecta adrenalina en nuestra sangre. Disfrutar.
Amar sin ambición ni interés. Entregarlo todo por los momentos preciosos donde el mundo parece girar en armonía. Reír hasta que los pulmones ardan por la falta de aire. Porque sino amamos no disfrutamos, no lloramos ni reímos, en fin: no sentimos. Sino sentimos olvidamos los colores y los diversos tonos, aquellos que hacen que la vida sea intensa. Amar a todo y todos, sin temor y libremente, pues los momentos compartidos en amor son momentos gloriosos.
Cuando el sol se pone en nuestras vida y vamos a dormir para siempre es eso lo que cuenta, cuánta gente amamos y cuánta gente nos amó. Cuánta gente hicimos felices y a cuánta maltratamos, si nuestras acciones fueron positivas o no. Compartir, eso es lo que importa. Ser capaces de hacer felices a los demás. El egoísmo es cínico y solitario, nos aparta del mundo y nos amarga por dentro. Por eso debemos compartir, para disfrutar con alguien los momentos que permanecerán en la memoria.
En estas fechas eso es lo que importa. No se trata de los regalos ni las fiestas o las decoraciones sino de la vida y como la vivimos. Tenemos que dejar atrás la comercialización de emociones y el odioso capitalismo que llena de materialismo nuestra vida y ver más allá. Vale la pena vivir una vida libre de los yugos que la sociedad actual impone, apartarse un momento y considerar como hemos procedido hasta ahora. En una época donde se celebran los milagros, la gratitud llena el aire y la paz alimenta nuestras almas, es momento de disfrutar de la unión en familia.