• martes 10 de junio de 2025 - 12:00 AM

¿Terminaremos sobreviviendo en estrecheces?

Las causas de la tensión en la que hoy en la que hoy vivimos, sólo encuentran explicación en el acumulado de promesas incumplidas a las grandes mayorías. No se puede entender que sea en los gobiernos surgidos en la anhelada democracia, los que desconozcan nuestros derechos fundamentales, y que les sorprendan el malestar colectivo provocado.

Más temprano que tarde, la violencia institucional doblegará las voces de protestas del movimiento ciudadano y grupos sindicales. Sería equivocado interpretar que con las forzadas aperturas de calles y el regreso a clases, haya una aceptación tácita a las reformas a la CSS, la “mina”, y a la presencia de la soldadezca yanky en suelo panameño.

Otros problemas sociales muy pronto saldrán a la palestra, y el mismo ciclo se repetirá. Hablamos de la educación y la salubridad pública, cuyo impacto negativo en la sociedad ya resulta difícil de ocultar. Y nuevamente el malestar ciudadano recibirá las respuesta de los gases y los carcelazos.

Si hemos llegado a convertir a la fuerza pública como el único mecanismo para que la sociedad se someta a las decisiones del gobierno, la justicia y la asamblea, estamos viviendo una “caricatura de democracia”.

En honor a la verdad, las actuaciones del gobierno, provocan mayor zozobra ciudadana que las manifestaciones ciudadanas. A pesar del estruendo que provocan las primeras, el Estado se hace “el ciego y sordo y prefiere “dar base por bola”, pero la resistencia ciudadana se aplasta, convencidos que hay que reprimir las fuerzas de la izquierda panameña.

¿Cómo esperan que nos comportemos? Las calles se llenarán con gentes cargando problemas sin soluciones. Otros tendremos que duplicar nuestros esfuerzos, para poder rentar y comer. Esto no les importa a los politiqueros, que harán su aparición cambiando votos por esperanzas, y sin importar quien gane, la vida seguirá igual.

Los corruptos disfrutando sus fortunas el libertad, pero a la gente decente se nos viene empujando para regresar derrotados a sobrevivir en estrecheces “al patio limoso”. No desafío a nadie, ni hago apología al levantamiento social, pero desde que me hice abogado, juré que ¡p´al barrio yo no regreso!