Sujetado con alfileres

El Estado presidencialista, tal y como lo conocemos hoy en Panamá podría estar en sus postrimerías. Este fue el resultado de un modelo que sirvió en su momento para calmar la tempestad que se vivía en la región, convulsionada por los estragos de dos guerras mundiales y una larga ‘Guerra Fría’ que mantuvo el planeta en ascuas, alterando el orden sociopolítico y económico del mundo durante el siglo pasado.

Con la llegada del nuevo milenio muchas naciones comenzaron procesos para adecuar sus sistemas sociales, económicos y políticos para una nueva realidad. El país avanzó a medias en algunas áreas que sirvieron para la generación de un desarrollo parcial y desigual, abriendo la brecha social entre ricos y pobres. Instituciones como el IDAAN, alcaldías, juntas comunales, la Asamblea, la Corte, la Policía, el Sistema Penitenciario, notarías, embajadas, consulados, entre otras, son del siglo XX.

Algunas veces el panameño peca de distraído, lo que resulta una verdad a medias. Pareciera que mirar de reojo o aparentar distracción es una forma de cinismo que ha desarrollado a través de distintas generaciones. Es por ello, que los políticos simplistas, a menudo recaen en las teorías marqueteras de asesores extranjeros que recomiendan a los gobernantes de turno, pasar por alto u omitir algunas señales claras de ebullición social o como se conoce popularmente en Panamá: ‘cabreo’.

La tensa calma en la calle podría ser también un mal consejero, porque haría pensar a cualquier desarraigado que el nivel de tolerancia social está por encima de la realidad. Las transformaciones que requiere el país no son compatibles con su sistema político; pensar en realizar cambios estructurales, sin antes adecuar un esquema institucional desfasado y sin credibilidad, no es más que la crónica de una muerte anunciada.

Los riesgos de implementar reformas profundas con una Asamblea Nacional desprestigiada y con un Órgano Judicial torcido −que encima dependen presupuestariamente del Ejecutivo− hacen que los temas sensitivos e impostergables de la agenda nacional, tengan jugada su suerte antes el partido.

Periodista