- viernes 10 de enero de 2014 - 12:00 AM
De lo sublime a lo ridículo
Los contrastes que dibujan el desarrollo que experimenta Panamá son una clara muestra del reflejo discordante que producen los destellos de modernidad que rodean el bienestar de algunos. El segundo país más rico de Latinoamérica, la llamada ‘Singapur’ de América, las imponentes torres, la ampliación del Canal, la construcción del Metro, el saneamiento de la bahía, los proyectos viales y una ciudad capital que muestra una cara linda si se observa de un solo lado, dan fe del gran bienestar que presume el Gobierno Nacional en cada campaña publicitaria. Así transcurren los días mientras cada panameño trata de adaptarse al nuevo orden del país.
Tal y como comenzó el siglo pasado, el actual también se perfila con la esperanza de bonanza y de mejores días producto de la magnificencia de la gran obra canalera, con la diferencia, que esta vez, en teoría, los beneficios de la vía interoceánica serán para los panameños. Debido al mal rato que produce el consorcio europeo que desarrolla la ampliación del Canal, la determinación de todos en esta tierra por defender el principal patrimonio del país será fundamental para garantizar el legado más importante para las futuras generaciones. El Canal de Panamá es el corazón y la razón de nuestra existencia como República.
Como a principios del siglo XX, cuando la malaria y la fiebre amarilla azotaron estas tierras, el nuevo siglo trae consigo inserto el reto de enfrentar una nueva epidemia, esta vez de dengue. Parecería que con las obras del Canal se activaran los mosquitos, y con ello, las epidemias. Como en toda historia, esta también se pinta en espiral, un consorcio europeo intenta trabajar en el trópico y cede por los deseos banales que produce la humedad y los termina convirtiendo en piratas del Caribe. Nuevamente, incapaces de asumir la obra, optan por el fraude, retirándose con algo de ganancia, para que otro termine.
Por su parte, el Gobierno Nacional se muestra escéptico ante la epidemia de dengue que ha cobrado seis víctimas fatales, incluyendo, la última, una menor de 4 meses. El descontrol que produce el relajo con las obras de cemento e infraestructuras llevó al Ministerio de Salud y a la Caja de Seguro Social a convertirse en empresas constructoras de proyectos, dejando atrás el verdadero sentido de su existencia, la salud y el bienestar de la población. Con un Metro por inaugurar, sumado a los grandes proyectos viales y otros desarrollos en infraestructuras que nos llenan de orgullo, hoy, estás obras pasan a segundo plano. No es posible que existan 3 millones de dólares para carnavales y miles de millones para todo, menos para combatir al mosquito que mata a los panameños.
*PERIODISTA