El pragmatismo político no es debilidad, es la capacidad de tomar decisiones sensatas, concretas y útiles en medio de la tormenta; es actuar con visión, aunque eso implique negociar, ceder o pactar para lograr lo que realmente importa.
Olimpo Sáez, líder estudiantil de los años 70 y opositor de Torrijos en su tiempo, hoy -con juventud acumulada- reconoce sin miedo ni mezquindad, en sus columnas dominicales, una verdad que no podemos seguir ignorando: el pragmatismo de Torrijos funcionó en su momento y benefició al proyecto nacional.
Manteniendo el rumbo del objetivo principal; buscó soluciones prácticas, no perfectas.
Omar Torrijos firmó el Tratado de Neutralidad Permanente, no era el escenario ideal, pero garantizó la devolución del Canal en 1999. Fue una decisión pragmática: no se obtuvo todo lo que se deseaba, pero se logró lo esencial: la soberanía sobre todo el territorio nacional.En el acto de firma de los Tratados Torrijos-Carter, lo dijo con claridad: “Hay dos clases de verdades: la lógica y la agradable”. En nombre de la verdad lógica, no había un consenso sobre el Tratado de Neutralidad Permanente —que nos coloca bajo el paraguas del Pentágono—, pero Torrijos optó por firmar, pensando en que las futuras generaciones lograrían nuevos avances. Ese acto reflejó un pragmatismo político que priorizó los intereses nacionales a largo plazo.
Olimpo Sáez ofreció recientemente una reflexión valiosa sobre el liderazgo del general Omar Torrijos Herrera y su enfoque pragmático en la política panameña, especialmente durante las negociaciones de los Tratados del Canal. Sáez destaca cómo Torrijos, al pasar de una dictadura dura a una más flexible, permitió un “veranillo democrático” que facilitó el debate público.
Trasladando esa reflexión al presente, comparto su planteamiento: es urgente que adoptemos un pragmatismo político nacionalista para enfrentar los desafíos internos y externos. El país exige madurez, sensatez y acuerdos reales; es hora de abrir un diálogo nacional amplio y firme, sin exclusiones ni mezquindades; evitando la revancha política que podría justificar incluso intervenciones extranjeras.
“Inspirado en las reflexiones de Olimpo Sáez, compañero de columna dominical. “Como decía Omar Torrijos Herrera “Ser fuerte conlleva el compromiso de ser justo”.