Lo que alguna vez representó esperanza hoy es visto como un lugar de
angustia y desconfianza.
El Hospital Nicolás A. Solano de Panamá Oeste ha quedado marcado por titulares llenos de denuncias que ponen en entredicho la calidad del sistema de salud pública.
Los testimonios de familiares de pacientes envueltos en casos de supuesta negligencia y mala atención, dejan a la población aterrada. Una madre que sostiene a su hijo en brazos hasta verlo morir. Una joven que pierde la vida junto a sus gemelos. Un adolescente con múltiples quemaduras producidas dentro del quirófano. No son casos aislados, son el reflejo de una estructura que se cae a pedazos frente a nuestros ojos.
Mientras que se habla de mejoras y promesas por cumplir, la comunidad vive cada día más con incertidumbre y desconfianza en el sistema de salud.
Este problema no se reduce solamente a carencias de infraestructura. También implica fallas humanas, deficiencias en protocolos, poca supervisión y el deterioro en la atención. La solución no llegará con simples cambios, hace falta una reestructuración del sistema completo.
El Nicolás Solano se ha convertido en el espejo de lo que puede seguir ocurriendo. Cada vida perdida por negligencia o por falta de atención oportuna debe recordarnos que la salud pública no es un favor del Estado, es un derecho human, y hoy está en deuda con la población.