- domingo 23 de diciembre de 2012 - 12:00 AM
Recordando la invasión
H an pasado 23 años desde la invasión del ejército norteamericano a Panamá, hecho que trajo luto y dolor a familias panameñas y que a pesar del tiempo transcurrido, las heridas no han sanado, puesto que aún se desconoce el número real de víctimas.
En el Jardín de Paz este 20 de diciembre, se escuchó el llanto desconsolado de los familiares de las víctimas de este crimen contra un pueblo indefenso. Fueron niños, mujeres y hombres que murieron sin poder defenderse del más poderoso ejército del mundo.
El Chorrillo es el símbolo del ‘pueblo mártir’, en él aún los afectados, física y mentalmente, reviven ese doloroso episodio. Hubo hombres y mujeres íntegros que dieron su vida, por defender la soberanía y dignidad de nuestro país.
Hoy puedo decir que la invasión fue producto de la incapacidad que tuvimos para dialogar y escucharnos, originando la crisis de los años 87, 88 y 89, cuando nos enfrentamos como si fuéramos enemigos.
‘El pueblo que no conoce su historia está condenado a cometer los mismos errores.’ ¿Aprendimos la lección? Panamá está encaminada a vivir circunstancias similares e irónicamente guiada por quienes en la época de la crisis, ‘lucharon por la democracia’.
La consolidación de la democracia, a partir de la década de los 90, pareciera presentar un retroceso en los últimos tres años, colocándonos en situaciones muy similares previas al 68, que condujeron al golpe militar.
La independencia de los poderes del Estado está cuestionada; pareciera que los grandes negociados se hacen entre las élites del poder político y económico, que solo saben hablar de la riqueza de Panamá, mientras el pueblo vive asfixiado por los impuestos, poca disponibilidad de recursos económicos para enfrentar los altos costos de la vida, en luz, canasta básica, combustible, poca atención en salud, educación y otros problemas.
Cuando el pueblo sale a protestar por sus justas reivindicaciones, recibe como respuesta la represión, causando pérdidas humanas, como son los casos de Changuinola, Chiriquí y Colón.
Además, la exhibición del poderío militar en los pasados desfiles patrios, la manipulación de las leyes para perseguir y amedrentar a quienes denuncian públicamente posibles peculados y malversación de dinero, las campañas mediáticas gubernamentales como si estuviéramos en una campaña electoral, los madrugonazos aprobando leyes en la Asamblea indican que estamos en iguales o peores condiciones que podrían llevar a una confrontación.
Muchos hemos aprendido la lección, pero hay quienes se mantienen en una actitud prepotente y podrían conducir al país a vivir situaciones que se creían superadas.
Tengo la esperanza de que el diálogo prevalecerá, porque hay hombres y mujeres dispuestos a buscar un consenso que nos lleve a lograr un proyecto de país en el que todos vivamos dignamente y con igualdad de oportunidades.
*PRECANDIDATA A ALCALDE