- martes 24 de octubre de 2023 - 8:24 AM
Rechazamos el vandalismo
Este servidor participó en cuanta marcha hubo en los tiempos de la dictadura. Como director de la escuela de Periodismo, de la Universidad de Panamá, dirigimos las protestas de los estudiantes de forma civilizada. Todavía recuerdo las cadenas humanas, donde nos vestíamos de negro, frente a la casa de Méndez Pereira, sin obstaculizar la libre circulación de los autos. Antes de la protesta le dábamos orientaciones a los estudiantes para que comprendieran que como universitarios debíamos hacer la diferencia con sensatez e inteligencia.
A fuerza de ser sincero reconozco las luchas de los trabajadores de la construcción, pero siempre estaré en contra de ese verbo incendiario, donde sus acciones sabemos cómo inician, pero no cómo terminan. Ayer, pude comprobar lo peligroso de estas luchas callejeras. De repente dirán los organizadores que son personajes que se infiltran para dañar la autenticidad del movimiento, pero a otro perro con ese hueso. Y no me importa que salgan las críticas duras por estas palabras. Quiero estar en paz con mi conciencia por lo que veo en estos momentos. Siempre sostengo que cuando un gobierno goza de solvencia moral, los gobernados puede aplaudir y apoyar las acciones al saber que los caminos son los correctos.
En las circunstancias actuales es triste reconocer que esta administración no cuenta con ese comportamiento digno de estadistas. ¿Por qué volcar las emociones desbordadas contra los bienes públicos cuyos dueños somos todos? ¿Por qué destruir una ambulancia que podía servir para socorrer a los mismos manifestantes? Yo no fui hecho con leche condensada, pero agradezco a Dios que cuando vine al mundo traía grandes dosis de comprensión, las cuales me permitieron, desde muy temprano, darle paso a la razón. Cuando el vandalismo se disfraza de una marcha pacífica, puede ser problemático. En ese momento se utiliza la cobertura de una protesta legítima para llevar a cabo actos destructivos. Esto puede dar lugar a la confusión y hacer que las autoridades respondan de manera más agresiva. Es importante que las protestas pacíficas se separen de cualquier forma de vandalismo para mantener la integridad de la expresión democrática y evitar daños innecesarios.
El vandalismo puede criminalizar la protesta legítima lo que socava la causa que se promueve. Los actos de vandalismo pueden poner en peligro la seguridad de los manifestantes pacíficos, la policía y los transeúntes, lo que puede resultar en enfrentamientos violentos. Por esta y muchas razones es que la gente se queda en sus hogares para no exponerse a los peligros del pillaje. Cuando se utiliza una marcha pacífica, como tapadera para el vandalismo, puede disuadir el apoyo público a la causa subyacente y erosionar la empatía de la sociedad hacia el movimiento. Y en este sentido, los medios de comunicación deben y tienen que ser responsables para no atizar más al fuego. Una reacción violenta de quienes se disfrazan de protestantes pacíficos va a provocar la reacción, con esa o más fuerza, de los miembros del orden público, lo que al final tendrá resultados catastróficos.
Y viene la pregunta del millón… ¿a quiénes responden los violentos? ¿Serán personas que militan en sindicatos beligerantes o son infiltrados para reducir al mínimo a quienes desean, de forma legítima, protestar por lo que ellos consideran correcto? Y me atrevo a asegurar que la mayoría de los que protestan no sabe lo que dice el contrato minero. Abrazos y feliz martes, dentro de lo que cabe.
Docente universitario