En Panamá la propina, en restaurantes, es una forma de compensar el buen servicio del mesero, no obstante comerciantes extranjeros pretendieron implementarla como una obligación del comensal. Incluso no conforme con el 10%, algunos, exigían el 20% del consumo, especialmente en la Calzada y algunos restaurantes “suntuosos”
Nuestro artículo de jueves 27 de agosto de 2015, versa sobre este tema. Comerciantes inescrupulosos no solo incluían la propina como obligación del cliente, también se apropiaban de la misma bajo el concepto de dividirla al finalizar la semana, quincena o el mes. Entonces: ¿quién se queda con la propina?
En aquel momento observamos restaurantes donde la propina venía impresa en la volante de pago y a renglón seguido otro espacio que decía “propina”. es decir el 10% para el restaurante y algo aparte para el salonero.
Esta situación provocó nuestra conversación con el Director de la ACODECO y muchos programas radiales de OASIS DE OPINIÓN, que motivaron la presentación, discusión y aprobación de la Ley 34 de 2 de agosto de 2016, la cual indica que el pago obligado de propinas en locales comerciales y restaurantes será ilegal.
Por otra parte, muy pocos restaurantes entregan facturas voluntariamente, hay que pedirlas y eso es incorrecto. ¿Dónde está la DGI?
En cuanto a las personas de la tercera edad, pareciera que en algunos restaurantes la porción alimenticia es menor, por lo que la ACODECO debe investigar. En algunos locales aún continúan con la práctica de exigir el carné de jubilado, cuando el descuento se hace por la edad, no por su condición de ingreso.
Al parecer producto de la situación del nuevo gobierno, se pretende impulsar la obligatoriedad de la propina, mucho cuidado panameño.
En Panamá somos humanitarios, bondadosos y colaboradores, quizás la razón para que nos traten así. De ahí la pregunta: ¿Quién le da propina colector de basura? ¿A quién le atiende en el almacén? ¿A quién trapea el piso en los locales comerciales? ¿Se está o no subvencionando a algunos comercios? ¡Dios te salve, Panamá!
