• martes 06 de octubre de 2020 - 12:00 AM

¿QUÉ HAY PÁ MÍ?

Los problemas nacionales no soportan las ambiciones desmedidas de los poderosos; las indiferencia ciudadana

Es justo el  clamor general por cambios constitucionales, por justicia para los corruptos y  transparencia en la gestión pública. Esa aspiración colisiona con  una serie de antivalores, que ante la apatía ciudadana, han recibido la  espúrea aceptación de algunos sectores, cayendo ese anhelo reivindicador, en oídos sordos.

Al repertorio de “pregones”  de la demagogia patria, que encabeza la lapidaria frase de que “el que no da va”, ahora hay que agregarle  la inocente pregunta muy bien posesionada en la psiquis de nuestros politiqueros ¿qué hay p´a mí?, que debemos asumir que la respuesta está mirando las planillas y tajaditas del presupuesto.

Y lejos de producirse una respuesta rectificadora, no pasamos de las avalanchas de encendidos “chat”,  y de los videos altisonantes que promueven los “indignados”. Duele decirlo, pero vivimos una democracia formalista, de discursos y consignas, ideas que reafirmamos porque sabemos que los militares ya no están en el poder.

Todas estas prácticas terminaron  arrinconando a la decencia, la que  terminó convertida en una hija bastarda de la democracia post invasión. La política es la actividad y el espacio reglado jurídicamente, dentro del cual se desarrolla una pelea permanente entre “ricos y pobres”, teniendo como árbitro al  Estado.

Esta lucha por supuesto que es desigual, porque los principios y valores que inspiran la institucionalidad democrática, están fundamentados en valores que privilegian los intereses de las minorías,  en detrimento de los intereses de las mayorías. Las corruptelas en la con facilidad caen nuestros funcionarios, pues si  el funcionario corrupto procede de las capas populares, las debilidades de las mayorías se hacen más notorias.

Los problemas nacionales no soportan las ambiciones desmedidas de los poderosos; las indiferencia ciudadana ni las vivezas de nuestros funcionarios, y es ofensivo que intenten justificarse en el compromiso de atender las  necesidades de los desposeídos.

La gente decente somos mayoría, sin importar la tolda partidista de nuestras preferencias. A quienes creen que hay que obstaculizar los  acuerdos que Nito propones, con los ojos puestos en las elecciones de 2024, les tenemos una mala noticia: el país se hará ingobernable que hasta los  demócratas pedirán un gobierno autoritario.

Abogado

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