Política exterior panameña 2025

  • domingo 02 de febrero de 2025 - 12:00 AM

La vida es la mejor maestra. En nuestro país, en los círculos profesionales, en los grupos económicos y en la política, a menudo se argumenta que el tema de la soberanía panameña es cosa del pasado, que no hay necesidad de volver a la cátedra de historia sobre las “Relaciones entre Panamá y Estados Unidos” ...se dice que todo eso fue superado y que “es mejor seguir hacia delante”.

Hace apenas unos meses, al finalizar el 2024, se cumplieron 30 años del Título Constitucional sobre el Canal de Panamá y 25 años desde que pasó a manos panameñas y debe decirse con claridad: ambos eventos carecieron de fervor popular.

Como presidenta de la Asamblea Nacional, me correspondió aprobar en segunda legislatura la aprobación de dicho título, el 24 de noviembre de 1994, bajo la presidencia de Ernesto Pérez Balladares. La primera aprobación se realizó con el presidente Guillermo Endara Galimany; en ambas ocasiones estuve presente.

Las recientes declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reavivan la discusión sobre el Canal de Panamá. Estos comentarios no son nuevos; desde finales de los años 80 él lo viene haciendo. El tema toma relevancia el 20 de enero 2025 en su toma de posesión y con la reciente reunión del Comité de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado de Estados Unidos, presidida por el senador Ted Cruz. Durante esta sesión se hicieron afirmaciones irrespetuosas y falsas sobre la influencia china en el Canal de Panamá y su supuesto impacto en el comercio y la seguridad nacional de Estados Unidos.

Además, se mencionó el aumento de las tarifas de tránsito y la falta de transparencia en los procesos de licitación y posibles actos de corrupción.

Otro tema abordado, fue la sequía que afectó la operatividad del Canal, destacando la necesidad de buscar soluciones a largo plazo para garantizar un suministro adecuado de agua y la resiliencia de esta ruta.

El problema central para Estados Unidos y para muchos en Panamá no es solo ambiental o técnico, sino económico. Lo preocupante es que este enfoque ignora los principios fundamentales de soberanía y autodeterminación; no podemos permitir que intereses externos dicten el destino del país.

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