- martes 08 de mayo de 2018 - 12:00 AM
La pesadilla de un corrupto
El hombre miró por enésima vez, aquel lujoso maletín. Silenciaba su consciencia, con su soñada casa de playa, y el lujoso deportivo del año. Extasiado se repetía: ‘es lo bueno de estar en la papa.' Con la alta posición que ejercía, manejaba a placer algunas teclas, y al final venía el billete ‘contante y sonante'. Ahora, tocaba dormir, levantarse, para hacer las ‘compritas' con la familia.
La verdad es que cayó como una piedra, sin sospechar, que el hígado y el corazón, terminarían trabados en una discusión a muerte. El magnate de la bilis, le gritaba desafiante: ‘ya es tiempo que yo tome el control de este cuerpo, en el que no hay lugar a los sentimientos nobles, así que no hay razón para que tú estés al mando de todo. Eso no te lo discuto, decía pausado el corazón.
Sabes desde cuándo todo en él se convirtió en ira y frustración. Y peor, se le olvidó reír, y ahora tiene tatuada en la cara una mueca, que le sirve para convencer a los incautos, de sus virtudes como político honesto. Ante lo evidente, el corazón, poco podía alegar en su favor. Aun así, no se daba por vencido. No te preocupa que la ambición ilimitada, lo envenene? Para nada, respondió el hígado. Ha llegado a perder interés por el hambre y el sufrimiento de la gente, y para colmo, ya nada le complace.
El corazón se sentía derrotado, e hizo un último esfuerzo: ¡Si esto es así, yo nada hago aquí!, mientras desconectaba todas las arterias y venas que mantenían pegadas al resto del cuerpo. El resto de los órganos comenzaron a apagarse; el hombre empezó a temblar, respiraba con dificultad, y un enorme dolor le apretaba el pecho.
De un manotazo, tiró el maletín al piso, volaron los billetes, y clamó asustado por su madre. Con semejante susto, se despertó. ¡Gracias a Dios que sólo fue una pesadilla¡. No como más en las noches!. Así que, la doméstica terminó pagando los platos rotos: ¡No me vuelvas a servir porotos, gritó furioso!. ¡Qué sueño! ¿Mi hígado peleando con mi corazón? Y río a carcajadas…. ¡si yo ni corazón tengo.!
Abogado