- martes 01 de julio de 2014 - 12:00 AM
Patente de corso
El término resulta de conocimiento y manejo popular y que es empleado a diario en tertulias, conversaciones, entrevistas, en fin, se usa en la gran mayoría para adornar las expresiones del idioma o dar a entender un excelente manejo idiomático. No obstante, en un gran porcentaje, el concepto y sus implicaciones, son poco conocidas por quienes hacen alarde del mismo.
La expresión viene del latín CURSUS que significa ‘CARRERA’. Consistía en un documento del que se valían los monarcas de la época y los alcaldes de ciertas ciudades, por medio del cual los propietarios o dueños de los navíos tenían permiso y autorización, para atacar barcos, territorios y naciones enemigas. Se decía en aquel entonces (Edad Media y Moderna), que quienes poseían este documento se convertían solo por este hecho, en parte de la marina de la corona o reinados.
La patente era muy utilizada en esa época, como una forma de suplir la ausencia de marinas y ejércitos acuáticos, por falta de presupuesto adecuados. Francia, Inglaterra y España, fueron las naciones que más utilizaron este sistema para poder enfrentar con éxito las grandes expediciones y cruzadas. Las naciones americanas la utilizaron durante las guerras de independencia, hasta que fueron abolidas en 1856, mediante el tratado de París que puso fin a la guerra de Crimea.
Una de las características de esta modalidad era que el poseedor de una patente de corso tenía el aval para hacer lo que le diera la gana, después de cumplir con lo estipulado en la orden. Por eso se dice que los piratas y corsarios tienen su origen en esta modalidad, porque desde que se hacían a la mar eran un mundo incontrolable.
En la actualidad, existen muchas personas que creen tener patente de Corso, porque fueron electos o nombrados por la población, y ocupan posiciones relevantes en la sociedad. No se equivoquen que en alta mar, la vida es impredecible!!!
* Analista y consultor político