• viernes 17 de junio de 2022 - 12:00 AM

En la pata de los caballos 

Por primera vez, en mucho tiempo, la sociedad civil se sintió bien representada en la figura de diputados

En momentos donde el doble discurso es una razón para justificar lo injustificable, incluso, lo incoherente; es cuando surgen los aspectos moralistas, entre aquellos, más papistas, que el propio Papa. Los diputados Juan Diego Vásquez y Gabriel Silva marcaron diferencia positiva en los primeros tres años de gestión parlamentaria, por lo que es una lástima que ahora abandonen la Asamblea.

Por primera vez, en mucho tiempo, la sociedad civil se sintió bien representada en la figura de diputados sin línea política partidista, que representaban algunos de los valores e intereses que se discuten fuera de los colectivos políticos.

En el afán de llegar a la Asamblea Nacional, ambos prometieron la no reelección, ya que ese fue el estandarte de sus campañas para conseguir los objetivos políticos que alcanzaron. Sin embargo, ahora que lograron introducir esta dinámica de independencia parlamentaria y que ha sido del gusto de una parte importante del electorado; resulta que se tienen que despedir del lugar donde se ganaron el agrado ciudadano.

La inexperiencia política pasó factura. Tener que ser consecuente con algo, significa un sacrificio; lo que no se entiende, es porqué hay que guindarse de un árbol, sin que nadie te lo haya pedido. Qué gana el país sacrificando a buenos funcionarios en cargos de elección popular, que quedaron atrapados dentro de un discurso absurdo, porque en su momento, a falta de algo mejor que proponer, se inventaron una inmolación política que nadie les solicitó.

La falta de planificación y no tener un plan de gestión y propuestas que ofrecer, podría resultar en una fábrica de egos, donde personajes valiosos entran al mundo político pensando una cosa y terminan desencantándose de otras.

La política no es un juego, sino una carrera de tiempo completo que absorbe la vida. En el camino siempre pueden surgir mejores oportunidades, dejando en los cargos a la gente menos valiosa, quienes aprenden, rápidamente, a convertir la labor política en el arte de rebuscarse, a costilla del erario.

Periodista