• martes 08 de febrero de 2022 - 12:00 AM

A Panamá no lo arregla nadie

Aunque mañana desapareciera el COVID, la corrupción, el clientelismo, el ‘juega vivo' y la demagogia, seguirán

La pandemia nos tiene viendo en dimensiones amplificadas los problemas nacionales. Tal vez será por eso que no logramos ponernos de acuerdo en nada, porque consideramos que esos problemas han alcanzado una magnitud que supera nuestras capacidades individuales y colectivas de solución. Así que al sentir que no hay forma ni persona capaz de poner orden en el país, en tono de resignación muchos pregonan que a Panamá…! no lo arregla nadie!.

No es una utopía imaginar que todas las calles podrían ser reparadas; que el agua llegaría a todos los hogares panameños, que los centros escolares estarían listos para iniciar clases, y que todos podrían gozar del derecho a la salud pública. Lo que sí resultaría difícil de imaginar es que un buen día todos tomáramos en serio sus responsabilidades ciudadanas, y sin esperar nada a cambio, nos dispusiéramos a elegir buenos gobernantes.

Aunque mañana desapareciera el COVID, la corrupción, el clientelismo, el ‘juega vivo' y la demagogia, seguirán siendo el fruto de las decisiones irresponsables. El corrupto no tiene hoy que perseguir al votante, sino más bien es el elector quien rastrea al candidato ‘clientelero' que anda repartiendo ‘salves‘por los barrios, para ‘despelucarlo'.

Los pueblos que en tiempos difíciles se atreven a enseriarse, tendrán más posibilidades de sobrevivir a los embates de la pandemia, sin mayores traumas. La gente cree que es correcto evadir el pago de impuestos, pero exige ‘manoteando' que sus gobernantes le aseguren servicios y atenciones ‘de primer mundo', amenazando con votar por los opositores del momento.

Parece que todos olvidamos que fueron esas decisiones ‘a la ligera' de los electores, de donde emergieron los funcionarios públicos que hoy repudiamos. Los aplausos que vienen recibiendo los saqueadores de las arcas públicas, vienen precisamente de grupos o sectores que todavía creen seguir mereciendo muchas o pocas lisonjas, a cambio de sus incondicionales simpatías electorales.

A pesar de la resignación colectiva que percibimos, tenemos el reto de intentar buscando soluciones dialogadas a nuestros graves problemas nacionales, tarea complicada pues los mercaderes de la politiquería tienen todo a su favor, para acorralar las consciencias ciudadanas.

ABOGADO Y FUNCIONARIO