Hoy, deseo dedicarle este espacio a la familia núcleo de la sociedad, donde se construye la identidad de la persona y se protege su autonomía. Constituye la base desde la cual se da su proyección social y son los padres los primeros responsables de la educación de sus hijos, proteger su intimidad y promover su desarrollo basado en valores.
La familia siempre será la familia, aunque haya situaciones voluntarias o involuntarias que provoquen su separación y que con ella se produzca distanciamiento. Sucede que la enfermedad y muerte también producen separación forzada de la familia.
El amor incondicional de un padre amoroso, responsable, pero gravemente enfermo en cama, sin poder trabajar, ni darles atención a sus hijos y que sabe que la separación es inevitable es un drama familiar. Toda la familia lo sufre y se suma la falta de ingresos que afecta el pago de todas las necesidades básicas. Los hijos no solo viven con la tristeza de saber que quedarán sin uno de sus padres, sino que también tienen carencia en atención, porque toda la dinámica de la familia cambia y se complica. En ocasiones no alcanza el dinero para pagar una cuidadora o alguien que guíe a los niños con los deberes escolares. Asunto que aún teniendo como costearlo es difícil, porque no es a toda persona a la que se debe confiar el cuidado de niños. La distancia y obligaciones personales impiden a otros familiares colaborar. Hay una familia que también está llamada a ser soporte en estos casos, me refiero a la escolar con educadores de vocación, que atienden y enseñan con amor a sus estudiantes y son capaces de detectar mucho de lo que sucede con los niños