A pesar de que tanto la Carta de la ONU como de la OEA esgrimen los principios de igualdad soberana de los Estados, respeto a la soberanía e independencia de los mismos, prohibición de recurrir a la amenaza o uso de la fuerza contra su integridad territorial o independencia política y el arreglo pacífico de las controversias, el titular de la Casa Blanca insiste en transgredir tales normas de convivencia internacional, con respecto a Panamá, ante la pasividad y entreguismo del gobierno nacional.
En efecto, el pasado 13 de marzo, el presidente estadounidense declaró ante la cadena NBC que el Departamento de Defensa estaría preparando planes para enviar tropas a nuestro país para tomar el control del Canal, ya sea con la “coordinación del gobierno panameño” o hacerlo por la fuerza. Y aunque el Pentágono aseguró que en la actualidad lo que se está realizando son coordinaciones con el gobierno panameño para maniobras militares conjuntas, los temores y alertas se dispararon en Panamá ante la ausencia de una estrategia firme y congruente con el derecho internacional por parte del gobierno.
Ante tales amenazas, el Canciller panameño señaló que el gobierno se “mantiene firme en defensa de su territorio, de su Canal y la soberanía”, pero también indicó que se sigue una “diplomacia silenciosa”, realizando varias reuniones con altos funcionarios estadounidenses de alto nivel (La Prensa, 14/3/25). El bilateralismo (con mucho de secretismo, supeditación y ambigüedad) parece ser el norte de la política exterior nacional con respecto a EU, cuando Mulino ha dicho claramente que “no quiere compañeros de viaje”, negando la posibilidad de una estrategia exitosa de unidad nacional e internacional que en el pasado logró la concreción de los tratados canaleros y que es una petición a gritos de sector académico y analistas internacionales del patio.
No sólo el gobierno nacional, en una actitud cada vez más complaciente con Washington, decidió no renovar el acuerdo de la Ruta de la Seda con China y darle el aval a acuerdos migratorios con EU, sino que ahora permitiría la presencia de tropas militares norteamericanas en Panamá y prepara el camino para una remilitarización (aunque la Constitución prohíbe contar con ejército) con la adquisición de 5 aeronaves militares por parte del SENAN, optando en el plano nacional por una política de confrontación con la población, con la aprobación de la nueva ley de seguridad social.
¡Clara diferencia con la presidenta mexicana, que ha dicho que su relación con EU es de “cooperación sin subordinación”!
Abogada y catedrática universitaria