La estadística es fría pero su impacto no. El dengue ya cobró una víctima mortal este año y al cierre del 2024 sumaron 52.
Toda previsión es poca comparada a la sanación de un ser querido, luego de luchar contra dolores abdominales, vómitos, sangrados, somnolencia, irritabilidad y deshidratación. El dengue mata!. Por eso y más apelamos a la conciencia, reflejada en acción y humanidad.
Desafortunadamente hay quienes ni siquiera creen en que algo tan pequeño como la tapa de una botella que, al ser “tirada” en la calle y durante estos períodos irregulares de lluvia, acumula agua convirtiéndose en criadero de larvas del mosquito aedes aegyti, transmisor del dengue.
Y aunque, haciendo sondeo entre población cercana, nos encontremos con que muchos han experimentado la enfermedad, resulta inaudito encontrarnos con focos de infección por doquier, pues hay indiferencia ante el mal ajeno que podría convertirse en propio.
Bien vale entonces garantizar espacios limpios, denunciar irregularidades por falta de limpieza de matorrales y desperdicio de agua, por ejemplo. Al mismo tiempo, la humanidad debe evidenciarse en la atención pronta y efectiva del enfermo en los centros médicos, agotando la práctica de exámenes que confirmen o descarten la condición, confiando en una pronta mejoría con las recomendaciones adecuadas.