La transición energética en Panamá ya está en marcha, transformando la manera en que las empresas operan y compiten. Con la Agenda de Transición Energética como guía, el país se ha propuesto que al menos el 30% de su energía provenga de fuentes renovables para 2050. En este escenario, la autogeneración con energía solar no solo es una alternativa sostenible, sino también un pilar estratégico para la competitividad empresarial.
Los números hablan por sí solos: en América Latina y el Caribe, la energía solar ha experimentado un crecimiento anual del 123% en la última década, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Panamá no se queda atrás; la energía solar y eólica representaron el 8.9% de la generación eléctrica en 2021, un salto desde casi cero en 2015.
Lo más atractivo de esta transformación es la rápida evolución de la tecnología solar. Hoy en día, los paneles son más eficientes, accesibles y fáciles de instalar que nunca. Las soluciones de autogeneración han dejado de ser complejas o costosas, permitiendo que empresas de todos los tamaños incorporen energía renovable sin grandes inversiones iniciales. Además, los avances en almacenamiento y monitoreo digital facilitan la gestión del consumo, maximizando el retorno de la inversión y asegurando un suministro estable y predecible.
Las empresas juegan un papel crucial en este cambio. El reto está en repensar cómo operan las empresas, con la gestión de sus tiendas y el consumo energético en cada una de ellas. La incorporación de paneles solares no solo disminuye la huella de carbono, sino que también mejora la estabilidad de costos a largo plazo, protegiendo a las empresas de la volatilidad de los precios de la electricidad.
La energía solar ha alcanzado la paridad de red en varios países, lo que significa que generar electricidad a partir de paneles solares cuesta igual o menos que obtenerla de la red eléctrica convencional.
Apostar por la energía solar no es solo una decisión ambiental; es una estrategia empresarial inteligente. La transición energética ya no es un desafío del futuro, sino una oportunidad del presente. Las empresas que la adopten con visión estratégica no solo contribuirán a un país más sostenible, sino que también se posicionarán a la vanguardia de un mercado en constante evolución.
Más allá de la eficiencia y el ahorro, esta transformación energética tiene un impacto directo en la calidad de vida de las personas. Cuando las empresas adoptan este modelo, no solo optimizan su operación: se convierten en agentes de cambio que multiplican el bienestar, impulsan el desarrollo sostenible y ayudan a construir un futuro más limpio, justo y resiliente para todos.
Por: Isaac Reyes
Director de Operaciones de CM Business Group