- martes 01 de diciembre de 2020 - 12:00 AM
Si ninguno tiene las soluciones, entonces dialoguemos
Llevamos años confrontando y denunciando los mismos problemas sociales, y cada sector por su lado se empecina en erigirse como salvador de la patria, pero con los ojos puestos en las elecciones. A estas alturas quien sabe cuántos escritos, comunicados y denuncias virulentas ha llegado a tus manos, repartiendo culpas y responsabilidades, y al final todo va de mal en peor.
El ciudadano se acerca a los programas de opinión, buscando entretenimiento en la "sacadera de trapos" entre los políticos, y estos últimos ni cortos ni perezosos le meten toda la lela al fuego que puedan. En este ambiente de abierta confrontación "democrática", quienes se atreven a llamar a la cordura y al entendimiento, los fundamentalistas no pensarán dos veces en tildarte de "entregado" al gobierno de turno.Y los problemas siguen creciendo, y para colmo llegó la pandemia, y al agudizarse la crisis económica, muchas empresas están condenadas a la quiebra, miles de hombres y mujeres quedarán desempleadas.
Desde que Nito en plena pandemia anunció la convocatoria un Diálogo Nacional, celebramos con optimismo cívico tal iniciativa. Acorde a sus intereses sectoriales, cada , organización empresarial, política, sindical, gremial, académica y popular tiene su receta para resolver todos los problemas nacionales. Sin embargo, ninguna quiere ceder un ápice y para colmo carecen de fuerza para imponer sus recetas y fórmulas grupales.Las heridas causadas por las discordias políticas de vieja data, debemos sanarlas.
Nada justifica mantener vivas aquellas disputas históricas de liberales y conservadores, de liberales y arnulfistas; de pro militaristas y demócratas, pues el la historia cubrió con un manto invisibles esas anécdotas y el papel de sus protagonistas. Necesitamos llegar a consensos urgentes en materia constitucionales, y por la misma vía plantear nuevas reglas del juego en materia educativa, de seguridad social y de desarrollo agropecuario, inspiradas en el interés nacional, sin que ninguna de las partes se sienta ni vencedora ni ganadora.
Entonces, dialogar es el imperativo que se impone en el presente, porque los sectarismos y a los caprichos personalistas don aliados jurados del fantasma del hambre la desesperación que se asoma sobre las grandes mayorías nacionales.
ABOGADO