• sábado 29 de junio de 2024 - 12:00 AM

Los servicios públicos gradúan y fracasan a los gobiernos

Cuando caiga el telón de los actos protocolares y el nuevo gobierno asuma funciones, rápidamente comenzarán a correr los días que tendrán las autoridades entrantes para demostrar su capacidad para resolver los problemas que arrastran, sino todos, casi todos los servicios públicos.

Copiando la tradición estadounidense, originada en el primer mandato de Franklin Delano Roosevelt que, aparte del simbolismo que entonces pudo tener, para ratificar su determinación para superar los estragos de “la gran depresión”, guarda muy poca o casi ninguna relación con nuestros plazos políticos, no extrañará que se vuelva a aquello de “los 100 días”.

Como pintan las cosas, acá, frente a la ineficiencia endémica de varios servicios públicos esenciales, las correcciones urgen, no para hoy, sino para ayer, por el agravado arrastre de sus inoperancias, de las que son ejemplos: la recolección de la basura, los suministros de agua y de electricidad, los precarios y muchas veces ausentes servicios de salud, incluidos en ellos la falta y la carestía de las medicinas o la dramática tragedia del transporte público, que priva de vida familiar a muchos miles de hogares panameños.

A todos esos retos, sobre los que el país espera los anuncios de las acciones concretas que tomarán las nuevas autoridades, desde luego, hay que anteponer, por ser la más ansiada por el país y su obligación más importante, que el nuevo gobernante exponga su “hoja de ruta” para solucionar la crisis de la seguridad social.

Del pasado torneo electoral, se derivaron importantes enseñanzas, pero también admoniciones. El mayor porcentaje de la ciudadanía optó por la alternativa que sembró las mayores esperanzas; pero el reparto de los votos también indica que, en cifras reales, si bien su legitimidad es indiscutible, con urgencia debe ganar representatividad. En otras, palabras, el próximo gobernante o cualquiera de las otras opciones, en el caso de una de ellas hubiera sido la más votada, el desafío más importante es ganar representatividad.

En las actuales circunstancias de nuestra vida política que, como está demostrado, subyacen grandes dosis de impaciencia, no es exagerado afirmar, usando una figura del derecho hereditario, que los gobiernos son elegidos “a beneficio de inventario” y obligados a comprobar que sus activos son mayores que sus pasivos y, por tanto, merecedores del voto de confianza que se les concede, temporalmente.

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