• miércoles 23 de julio de 2025 - 12:00 AM

La vestimenta en el Oncológico

En el Instituto Oncológico Nacional, donde uno esperaría encontrar humanidad, comprensión y sensibilidad, lo que muchos encuentran primero es una muralla de arrogancia y burocracia disfrazada de protocolo.

Se impide el ingreso a familiares de pacientes con diagnóstico oncológico si visten pantalón corto. Como si el largo de una prenda determinara el respeto o la intención de quien acude, muchas veces de urgencia, a acompañar a un ser querido en una situación límite.

Es inaceptable que, en un centro donde la palabra “vida” debería estar por encima de todo, se prioricen normas ridículas que no hacen más que deshumanizar la experiencia hospitalaria.

¿Quién puede pensar en su vestimenta cuando lo llaman para decirle que su madre, su hijo o su pareja ha tenido una recaída? ¿A quién se le ocurre que un short invalida el amor, la urgencia o el derecho a estar presente?

Lo más indignante no es solo la norma absurda, sino la actitud pedante y déspota del personal administrativo y de seguridad. Tratan a los familiares con una frialdad que hiere. Como si se sintieran dueños del lugar. Como si les molestara que la gente sufra.

El Instituto Oncológico Nacional debe recordar que no es una empresa privada ni un club social con código de vestimenta. Es un hospital público. Y los hospitales están para servir, no para humillar. Quien no entienda eso, no debería estar frente a la puerta, sino muy lejos de ella.

En un centro donde la palabra “vida” debería estar por encima de todo, se prioricen normas que no hacen más que deshumanizar la experiencia hospitalaria.