• jueves 07 de agosto de 2025 - 12:00 AM

La pereza del pensar

Los derechos se conceden con pruebas; los privilegios con herencia

Nos atrevimos a gritar y pregonar el lema: ¡Libertad, igualdad, fraternidad! Hasta lo escribimos en mármol. Hoy, los ideales de 1789 han sido reemplazados por otros tres, no proclamados, pero que se cimentan: autocracia, desigualdad y egoísmo. Un nuevo lema.Autocracia: el pensar cansa.La libertad, esa cosa incómoda que exige criterio, responsabilidad y diálogo, es suplantada por algo mucho más expedito: el líder que lo resuelve todo, aunque impere la kakistocracia.

El autócrata se libra de propinar golpe de Estado: da contenido viral. Y reprime en plan salvaje el salvaje. Gobierna sin oposición porque ha convencido a la audiencia de que la libertad es una amenaza para el orden... y para el entretenimiento. ¿Para qué elegir si puede delegarse y seguir haciendo scroll?

Ciudadano apático a la participación: mayoría quiere eficiencia con señal de banda ancha. La autocracia, en consecuencia, se viste de solución rápida, con estética de start-up y promesas sin letra chica. Libertad espera su turno en la bandeja de entrada. La espera no desespera.Desigualdad: se normaliza y no incomoda la hija de su madrecita. No se esconde: se racionaliza. Es que “el que quiere, puede”. Y si no puede, es que no quiere lo suficiente. Así funciona el milagro: convertir la injusticia en responsabilidad personal.

Los derechos se conceden con pruebas; los privilegios con herencia. El acceso a la salud, la educación y la dignidad es reality show, mediante el cual los desfavorecidos son eliminados por bajo rendimiento social.La retórica de la igualdad sigue viva... en campañas publicitarias, manuales de empresa y hashtags.Egoísmo con marca personal.La fraternidad sustituida por su némesis con esteroides: el egoísmo personalizado. Antes queríamos ser pueblo; hoy, marca personal. Antes importaba el bien común; ahora, mi algoritmo, mi agenda y mi aura digital.

La empatía molesta, la solidaridad exige tiempo y el prójimo es una notificación innecesaria. Vivimos juntos, pero no revueltos. Cada quien con su tribu, su filtro, su verdad.

El egoísmo no se disimula. Se celebra. Se monetiza. Se taquilla.¿Todo va bien? El nuevo sistema funciona: nos mantiene distraídos, divididos y dóciles.

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