Cada 5 años, una buena parte de los panameños se ilusionan. Lo hacen en cierta forma racional pero reforzada esta ilusión con mucha emoción.
El mercadeo de las ofertas electorales, con técnicas bien probadas, los hace creer que esta vez “sí se puede”, que “el cambio va”, que tal candidato “tiene experiencia”, que tendrán “chen chen” en su bolsillo, que “los locos somos más”, que “robó pero hizo” y una infinidad de lemas diseñados para ilusionar al votante incauto.
Luego cuando queda un ganador, buena parte del votante, aunque no haya votado por el ganador, se ilusiona y dice que hay que darle un tiempo para que desarrolle sus planes. Que no se le puede descalificar si todavía no ha hecho nada.
Como conglomerado con poca memoria, olvidan lo que hizo en sus oportunidades anteriores al participar en algún gobierno. Lo que le da una ventaja al ganador, que aumenta aceptación por arriba de los que votaron por él. El ilusionado dice que democráticamente el pueblo lo escogió. La pregunta es si el sistema es democrático. Y la mayoría se cree que el sistema es democrático a pesar de que hay clientelismo exagerado, tanto en las elecciones nacionales como en las internas de los partidos.
Solo llamo la atención sobre el hecho que el PRD y el Panameñismo que obtuvieron, entre todas las ofertas, la mayor cantidad de alcaldes y representantes quedaron vapuleados en la elección de presidente. Debiera haber, entre elecciones, una proporcionalidad directa. Pero operó el clientelismo y la emoción que despertaron esos candidatos.
Ahora con el presidente electo, que ha nominado varios personajes con serias dudas de sus desempeños anteriores, no en capacidad sino hasta en honestidad y con procesos en ciernes, se le da al señor Mulino y a su designado un indulto sui géneris, pasando la pagina de cuestionarlos. Y el que los cuestiona es intolerante, es negativo, es, es y es.
La ilusión es producto de que los ciudadanos más íntegros no ven como una necesidad y obligación participar en la política y prefieren que otros hagan la política. Y los que la hacen es por ambiciones personales o por egos, que llegando a triunfar se dedican a satisfacer ambiciones y egos.
Cómo me dan pena los ilusionados...
