El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define “guarida” como “cueva o espesura donde se guarecen los animales”; o “amparo o refugio para librarse de un daño o peligro”. Y “guarecerse” significa “refugiarse, cobijarse o protegerse de un peligro o de las inclemencias del tiempo”; “buscar un lugar seguro para evitar un daño o la intemperie”.
Es decir, que la definición del término hace alusión al lugar donde se brinda refugio, abrigo o amparo a seres vivos. Guarecer, por tanto, es una acción loable.
Sin embargo, no fue ese el sentido que le dio el señor Presidente cuando se refirió a la Universidad de Panamá, y la acusó de ser una “guarida” de “terroristas” (cfr. OliMezaTV). O sea, se refirió a ella en un sentido despectivo e hizo una acusación bastante grave, en tanto el terrorismo es una figura delictiva contemplada en el artículo 293 del Código Penal. Pero no acudió al Ministerio Público a presentar la denuncia correspondiente.
Sus descalificaciones no se compadecen de la labor de este Centro de Estudios en el campo de la docencia, la investigación, la extensión, la producción y los servicios, durante casi 90 años, lapso en el cual ha formado a más de 300,000 profesionales; ha desarrollado investigaciones reconocidas a nivel internacional y que han significado patentes por sus contribuciones a la Ciencia (ver casos de docentes como el médico Adán Ríos y la bióloga Argentina Ying); ha brindado asistencia social y profesional a comunidades apartadas y panameños de bajos ingresos; y ha aportado significativamente a las luchas por la soberanía, la democracia y el bienestar social a lo largo de la historia patria, lo que le ha merecido el apelativo de “conciencia crítica de la Nación”.
No está exenta de los males que afectan a la politiquería criolla, como la corrupción, el clientelismo y la centralización de poder. Pero ello no justifica las descalificaciones y mucho menos una intervención del Ejecutivo, al estilo Trump con respecto a las universidades norteamericanas. Nos toca a los universitarios luchar para que se implemente una real autonomía y cogobierno universitarios, donde funcionen los mecanismos de control a través de lo órganos de cogobierno, donde haya igualdad de voto de todos los universitarios y donde no haya reelección indefinida de las autoridades. En estas épocas turbulentas, ante los nubarrones acechando, la Universidad debe erigirse como faro de luz y refugio o “guarida” del saber.