La gasolina

El aumento del precio del barril de petróleo, producto de la invasión militar de Rusia a Ucrania, además de todo lo que implica en materia de sanciones económicas, disponibilidad y logística, hace que se dispare el costo de los combustibles.

Para nadie es un secreto que los países no productores de petróleo y gas natural, están a la suerte de lo que ocurra en las regiones productoras. Panamá importa todo el combustible que consume, por lo que los costos de bienes y servicios fluctúan en función al vaivén de cualquier factor que intervenga en la geopolítica y economía de estas zonas.

Este conflicto que amenaza la seguridad y la paz mundial, parece que va por lo largo. Es necesario entonces, que las autoridades panameñas no miren para otro lado, haciéndose los locos, en un tema que repercutirá de forma drástica e impactante en la calidad de vida de los ciudadanos.

Ante esta realidad, la gente apunta al impuesto del combustible, que aplica el Estado a cada compra que se realiza, sin embargo, esta escalonada de precios apenas comienza, por lo que, en cosa de días, de seguir el conflicto, se absorbería este sacrificio fiscal y quedaríamos en las mismas.

Todo apunta a que se deben asumir algunas decisiones que impliquen medidas de ahorro, ya que tanto el presupuesto del Estado como el del sector privado se elaboraron con un precio más bajo del combustible.

Horarios eficientes para las jornadas laborales y escolares, así como el aprovechamiento de la tecnología para disminuir la necesidad de movilización, deberían ser parte del paquete de propuestas y soluciones que el gobierno debe analizar en una mesa conjuntamente con el sector privado y demás gremios.

Una contención del gasto público, acompañada de un plan de ahorro e inversión eficiente, podrían alivianar la carga del Estado, así como el subsidio a los insumos agropecuarios para disminuir los costos de los alimentos que producimos y de los que podemos tener injerencia.

PERIODISTA