• martes 08 de abril de 2025 - 12:00 AM

La doble moral

En Estados Unidos, bajo la administración de Trump, cientos de venezolanos fueron deportados simplemente porque tenían tatuajes que “parecían” de pandillas; algunos llevaban coronas, estrellas o el número 23 de Michael Jordan, pero eso bastó para que los mandaran de vuelta a su país, sin pruebas concretas de que estuvieran involucrados en crimen alguno. Algo que me parece totalmente absurdo.

El problema aquí no es el tatuaje, sino el prejuicio que arrastramos desde hace décadas. A muchos aún les cuesta entender que un tatuaje no define a nadie. Hay doctores, abogados, profesores y hasta políticos tatuados que llevan una vida profesional impecable. En cambio, los verdaderos delincuentes no siempre llevan tinta en la piel; muchos se pasean con traje y corbata, firmando contratos fraudulentos y vaciando las arcas del Estado.

En Panamá, todavía vemos casos de gente que pierde oportunidades de trabajo por tener un tatuaje visible. ¿Hasta cuándo vamos a seguir con esta mentalidad retrógrada? En otros países, los tatuajes ya no son un tema de discusión. Se valoran las habilidades y la honestidad de una persona, no la tinta que lleve en la piel.

Ya hay que ir rompiendo esa ahuevazón de los estereotipos. Dejemos de juzgar por apariencias y empecemos a enfocarnos en lo que realmente importa: las aptitudes y las acciones.