Lo que han reportado los medios de comunicación en las últimas horas, nos debe llamar a reflexionar y nos pone en contexto un problema social que tenemos y que amenaza con destruir lo poco de la sociedad que aún tenemos.
Las personas que han sido llamadas a cumplir una función primordial, que es educar a nuestras generaciones presentes de estudiantes se ven envueltas en actos de corrupción, y detenidos por supuestamente ofrecer puestos de trabajo a cambio de dinero, por la supuesta influencia que tienen en los nombramientos.
Igualmente, personas sin ningún tipo de principios ni valores, han empleado los nombres de personas fallecidas para seguir cobrando dineros por parte del Estado, todo esto es alarmante.
Nos preguntamos si al momento en que fueron nombrados en el Estado panameño, fueron investigados con el fin de conocer sus antecedentes o es que fueron enrolados de una red del crimen organizado.
Otro tema fueron los escandalosos casos que apuntan los reflectores de la opinión pública sobre unas profesionales del derecho que supuestamente han estado asociadas con la intervención del teléfono del presidente de la República, y que de acuerdo con los reportes periodísticos se buscaban favorecer a ciertos empresarios con la supuesta adjudicación de obras, que serían promovidas por el gobierno.
¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿En qué estamos fallando? Estos problemas tienen su origen en el núcleo familiar, y los padres son los que han dejado de hacer lo que deben hacer y es educar a es generación de niños que crecieron con algunas conductas que han sido aplaudidas por sus progenitores.
Lamentablemente, no hay gobierno que pueda resetear la conducta humana, y es por eso, que existen las leyes que buscan evitar que las personas delincan, y de esa manera mantener un equilibrio o control social.
Los padres deben jugar su rol activo dentro de la familia, para rectificar cualquier conducta que pudiera demostrar conductas desviadas en puerta, y evitar en el futuro lamentarse de lo que no hicieron, durante las visitas semanales en las cárceles.