Ocurrió después de Semana Santa, luego de los días de reflexión. Y en la tierra del Nazareno de Atalaya, que la gente visitó en estos días santos para pedirle milagros o agradecer los recibidos.
En esas tierras del Indio Urracá, mandaron a bajar del ring a la jefa de Recursos Humanos de la Caja de Seguro Social porque le descubrieron que tenía familiares muy cercanos trabajando en la entidad.
Resulta que esta mala práctica es conocida tanto en las provincias como en la ciudad: un trabajador —ya sea el padre o la madre— trata de colar a hijos y sobrinos en los mismos ministerios o entidades estatales, aprovechando los contactos, incluso cuando no hay vacantes disponibles.
Durante las últimas dos administraciones, ese tema era el pan nuestro de cada día en el hospital Luis “Chicho” Fábrega y en la regional del Minsa, por mencionar solo dos ejemplos. Los funcionarios pasaban de una institución a otra para despistar a los fiscalizadores.
Lo que ocurrió en la CSS con la jefa de Recursos Humanos debería replicarse en todo el aparato estatal provincial, donde todos saben quién responde a quién o quién está nombrado por palanca de quién.
Y muchas veces son los políticos del momento los encargados de hacer las conexiones para que los nombramientos de miembros de una misma familia dentro de una entidad pasen como si nada.
