Atrás quedaron los días en que las huestes ligadas al expresidente Ricardo Martinelli solían beber de la misma copa, la adversidad los unió, pero la ventura los resquebrajó en pedazos, que hoy parecen difíciles de unir en una sola pieza. Cuesta pensar cómo una encrucijada los hizo fuertes y unidos, pero una vez en el poder, se comenzó a tejer una trama de intrigas y traiciones que desencadenó un conflicto interno.
Pensar siquiera, que las partes involucradas en esta trama, poco les importa el desmadre que producen, aunado a la acumulación de temas sensitivos que lo único que hacen es estorbar la labor de gobernar un país polarizado entre el viejo sistema de los desprestigiados partidos políticos y una sociedad civil atomizada con tintura independiente; que no sabe para dónde va ni se define con respecto a las prioridades ciudadanas.
La historia política del presidente José Raúl Mulino y del exmandatario Ricardo Martinelli simula a la serie ‘Games of Thrones’, donde la intriga y la traición se conjugan para obtener el poder, sin importar el cómo ni las consecuencias, con tal de obtener el codiciado trono.
Alrededor de esta trama, también figuran otros personajes que se acomodan en la suela de los zapatos de quien regenta el poder, bajo la premisa de que el fin justifica los medios. Producto de los bajos instintos, la idea de estar cerca del Palacio de las Garzas socaba cualquier signo restante de dignidad y lealtad por parte de quienes en algún momento fueron parte de las huestes martinelistas.
Parece algo simple de procesar, si se analiza desde la perspectiva de la forma y fondo de la naturaleza humana. El sentido de oportunismo y las inseguridades referentes a cómo se llegó al poder, amenazan al 66% restante de la población, que no tiene vela que ver en este entierro. Por ahora, solo resta sentarse a ver cómo se reacomodan las fichas de un tablero políticamente congestionado; lo más lejos posible del venenoso filo del puñal.