• miércoles 30 de abril de 2025 - 2:19 PM

Insultador de oficio

No podía evitar mirarse, se enamoró de él y se consumió de tristeza

Insultar está en la demanda por reconocimiento. Puede operar desde el inconsciente, que no siempre está o es consciente, y estar cargado de deseos reprimidos, traumas y fantasías inconscientes. Jacques Lacan (parisino, sicoanalista, freudiano, 1901-1981) así lo entiende.La injuria, concluye, está en el campo del goce.

Cuando se pone en juego la castración o el deseo del otro. Es, por tanto, expresión de agresividad primaria, proyectada por una amenaza narcisista. Narciso es mito griego, pero es la pura verdad en estos intranquilos e inciertos días. Enamorado de su propio reflejo ante el agua cristalina del estanque.

Ante el espejo. Está tan lindo que rechazó a la ninfa Eco. Uy. Némesis, entonces, lo castigó maldiciéndolo por su egocentrismo y falta de compasión hacia los demás.No podía evitar mirarse, se enamoró de él y se consumió de tristeza al intentar sin éxito alcanzar su reflejo.

Narciso encuentra feo todo aquello que no es espejo. Áyala vida, Narciso. ¡Mejeto! ¿No hay empatía ni respeto hacia quienes no son espejo en ese estanque? ¿O se salvan solo las carpas y los gatosaurios?¿De dónde se apertrecha el insultador, maestro? De sus necesidades psíquicas profundas, mediante procesos inconscientes.

Con la rabia, la altisonancia y la frustración -hasta disimulada-, busca gratificación. Si la encuentra, no lo sé. Investiga e intercambiamos figuritas.El yo y el superyó están debilitados.

El argumento, en consecuencia, es mediocre, cuando lo expresa, y la racionalidad está diezmada.Maestro Freud decía que ese superyó representa la moralidad y la ética aprendidas de los progenitores y del resto de la socialización.

Se insulta como proyección, para descargar en otros -personas o segmentos sociales-, aquellos deseos, emociones o impulsos que para el insultante son autorrepudiables o inaceptables.

Agacha la cabeza para que no te caiga el escupitajo.Se exhibe un conflicto interno no verbalizable de otro forma que no sea injuriando. Tira al patio limoso aquello no procesable en su interior. Restaura la imagen dañada del yo por la amenaza de otro.

Mecanismo interno de defensa, que le posibilita sostener la identidad propia destruyendo simbólicamente al otro.Con la agresión verbal, libera la energía psíquica acumulada, remata Maestro Freud.

Profesor, periodista y académico