El pueblo de Almirante despidió recientemente a uno de sus iconos en la composicion musical: el profesor Luis Manuel Palacios Vernaza. Pero su despedida fue tratada con lamentable indiferencia de algunas autoridades.
Fue acompañado hasta su última morada, en el Cementerio de Una Milla (One Mile), por la gente. Pero no se vio ni en la iglesia ni en el cementerio al representante de Almirante ni alcaldes de municipios del área ni al gobernador de Bocas del Toro.
Tampoco hubo representación de “Los Beachers”, agrupación que grabó su célebre pieza musical Danzón Bocatoreño.
Y lo peor, ni del Ministerio de Cultura o algún diputado estuvieron presentes.
Como dijo Becker: “Qué solo se quedan los muertos”. Pero el pueblo sí le dio su despedida en el cementerio de Una Milla, donde reposan otras glorias almiranteñas olvidadas, como Rutford “Chico” Salmon, dos veces campeón de la Serie Mundial de MLB, Chente y Mingo Centeno o Guillermo Francis, este último uno de los fundadores de Los Originales Beachers.
Sin embargo, llama la atención, que el Municipio de Isla Colón erigió un monumento a un invasor llamado Catarino Erasmo Garza Rodriguez, que impuso el terror en Bocas del Toro en 1895, y allí sí hubo presencia del alcalde de Isla Colón, Wilbur Martínez, y funcionarios de MiCultura, y Relaciones Exteriores, que viajaron desde la ciudad capital, a la develación del busto con la placa, en la llamada Farsa Garza.
Vemos que mientras en Bocas del Toro se le rinde tributo con bustos a extranjeros, las autoridades locales guardan indiferencia con las glorias bocatoreñas, muchos que trascendieron las fronteras de esta provincia y del país... “¡Increíble, caballero”!, diría Tres Patines.