- miércoles 19 de diciembre de 2018 - 12:00 AM
De homónimos y acusaciones
Hace muchos años, muy joven aún, tuve la oportunidad de leerme la novela de Álvaro Cunqueiro (1969): ‘Un hombre que se parecía a Orestes'.
Es interesante como una consideración homónima puede servirte de trampolín, o eventualmente tirarte al vacío. Por esas cosas de la vida, los pronunciamientos de un colega, homónimo; han provocaron una oleada mórbida y de cuestionamientos en relación a un hecho periodístico perpetrado por el homónimo colega.
He tenido la dicha de tener una carrera limpia en el campo del derecho y la administración. Tengo un dilecto amigo y colega, que siempre me ha instado a usar mi segundo apellido:‘tú sabes cuánta gente se llama igual que tú? Usa tu segundo apellido.' Menuda lección de la vida. Luego de recibir decenas de llamadas en alusión a una acusación y una demanda supuestamente hecha por mí; indefectiblemente seguiré el consejo de mi dilecto amigo y lo utilizare.
Cunqueiro hace alusión a Esquilo el filósofo griego cuando dice: ‘Ha llegado un hombre que se parece a Orestes.– A Orestes sólo se parece Orestes.– Luego, ha llegado Orestes.'
Cuál es la reflexión sobre esto y la que en el fondo busca Cunqueiro? Todos podemos ser parecidos; pero somos diferentes en nuestro accionar, en nuestro actuar.
En la búsqueda de objetivos particulares pueden confundirse momentáneamente a los hombres por consideraciones homónimas, no así por aquellas de sus valores. ‘A Orestes, solo se parece Orestes; luego, ha llegado Orestes'. Abogado Administrador y Profesor Universitario