Siendo críticos por una parte y con expectativas por la otra, nos encontraremos, este 1 de julio, frente a la “puerta invisible” de la transición, donde el “primer obrero” del país sale, llevando consigo el taburete que según dijo le acompañaría en cinco años de gestión, dando paso al nuevo mandatario que prometió “chen- chen” al pueblo en campaña pero que, recién anunció el hallazgo de números rojos en la economía, previo a tomar las riendas de este potro nada fácil llamado Gobierno.
El escenario político-económico-social es ya conocido con sus fortalezas y debilidades, donde hay que estar consciente de que ajustes de cinturón son de rigor para sanar finanzas y propiciar inversión que, a su vez, propicien la creación de plazas de empleo.
Todo ello sin desconocer que, igual hay que sentar bases para el acceso real a atención de salud, comida barata y de calidad, con respaldo a la producción nacional. Amén de fortalecer áreas como educación, innovación, tecnología, emprendimiento e investigación científica, pues el talento existe y requerimos de más inversión y oportunidades.
Al cierre de este Mes de la Familia doy gracias a Dios por la que tengo, pues con altas y bajas mantenemos la unión. Ese principio debe prevalecer en toda gestión oficial o particular, donde aprendemos de los errores, nos consolidamos con los aciertos y apostamos al futuro de Panamá con prevalencia de cultura, turismo y buen uso de su posición geopolítica a nivel mundial.
