- martes 25 de noviembre de 2025 - 12:00 AM
Últimamente da tristeza ver cómo muchos panameños hablan de “moral”, “patria” y “valores”, pero al mismo tiempo sueltan comentarios llenos de odio y burla cuando alguien muere o es asesinado. ¿Hasta dónde hemos llegado? ¿En qué momento empezamos a perder la compasión por el dolor ajeno?
Es fácil gritar “¡Viva Panamá!” en noviembre, tomarse la foto con la bandera y hablar bonito del país en redes sociales. Pero, ¿de qué sirve todo eso si en la práctica celebramos la desgracia de otros? ¿De qué nos vale hablar de justicia si justificamos un asesinato solo porque la víctima “algo habrá hecho”? Esa doble cara es pura hipocresía.
La vida humana no se negocia, no se justifica, no se celebra cuando se pierde. Sin embargo, muchos prefieren mirar para otro lado, lanzar chistes crueles o comentarios vacíos, sin pensar que detrás de cada nombre hay una familia destrozada.
Y después, los mismos que se burlan, hablan de amor a Panamá. ¡Por favor! La violencia no se combate con aplausos ni con sarcasmo. Se combate con educación, empatía y respeto.
Mientras sigamos justificando lo injustificable, seremos parte del mismo problema: un país donde el silencio y la indiferencia valen más que la vida.
Panamá no necesita más discursos de “patria”. Necesita panameños humanos, sensibles, valientes. Porque amar a Panamá no es gritarlo cada 3 de noviembre; es defender la vida todos los días del año.
