- miércoles 24 de julio de 2024 - 5:35 PM
Grietas en la democracia
La creciente desconfianza de los ciudadanos latinoamericanos en sus instituciones está creando grietas en las democracias que son aprovechadas por los regímenes o liderazgos populistas.
Como región enfrentamos el reto de la desigualdad, la cual tenemos la obligación de erradicar al ir cerrando las brechas que la producen, sin dejar de prestar atención sobre el vínculo entre desarrollo y democracia, y la negativa evolución de este sistema en la región.
La insatisfacción con la democracia, la frustración de la sociedad con las instituciones, donde solo una de cada cinco personas dice confiar en ellas, está creando unas grietas en la democracia, que, sumadas a la debilidad institucional, están siendo aprovechadas por regímenes o liderazgos populistas podrían estar permitiendo el avance acelerado del crimen organizado en la región que está permeando las instituciones.
En su informe de Desarrollo Humano el PNUD, se detiene en la paradoja de la democracia en el mundo y el hecho de que nueve de cada diez personas dicen apoyar la democracia como la forma preferida de Gobierno, sin embargo, la mitad de esas personas también dicen estar dispuestas a apoyar regímenes que no son democráticos”.
En el contexto de América Latina y el Caribe, una región eminentemente democrática, la preferencia por la democracia ha ido cayendo a una velocidad exponencial.
En 2010, el 68% de las personas decía preferir la democracia; en el 2023, el 43%, o sea una caída del 15% en un periodo de tiempo bastante corto”, lo que es lamentable.
Es la región en la que la polarización política ha aumentado más rápido en las dos últimas décadas, pasando de ser una de las regiones menos polarizadas del planeta a ser la segunda más polarizada, políticamente hablando, siendo ésta otra barrera para el desarrollo humano.
Altos niveles de pobreza y desigualad impiden la cohesión social y reducen el apoyo a la democracia por la población que, no percibe de los gobiernos capacidad para responder a sus demandas sociales.
En democracias sanas, los grupos opuestos se consideran adversarios políticos con los que competir y, en ocasiones, negociar. Apelamos a la capacidad de las mujeres, para consensuar, acordar y negociar en los espacios de toma de decisiones cuando la dinámica política así lo exija, sin comprometer sus convicciones.
Contribuyamos a evitar que aumente la brecha en la democracia.Ciudadana