Para nadie es desconocido que la crisis se profundiza. Se fue Martinelli y se asila Méndez, en momentos que se levantan procesos contra el Suntracs y sus directivos, los adversarios más sentidos por el presidente Mulino que no escatima esfuerzos por detractarlos cada vez que puede.
El gobierno no propone, solo anuncia que sobre la ley del Seguro Social no reconsiderarán y los manifestantes opuestos dicen que solo la derogación le quitaría ímpetu a sus demandas. Posiciones radicales, de las que el gobierno recrimina a los opositores a la ley, esgrimidas por el gobierno.
El Artículo 17 de la maltrecha Constitución obliga a “las autoridades de la República a velar por vida, honra y bienes”. Que el gobierno no tenga iniciativas para cumplir con su obligación nos pone a cavilar: qué agenda oculta tiene? Autogolpe? No da buena espina esa “falta de iniciativa”.
Súmele la presión externa de Trump repitiendo que viene por el Canal. Además las insensateces de focos de conflictos en medio oriente, en Ucrania Rusia, en África y sobre todo la guerra comercial China EUA.
No hay luces visibles para alejar los males que serán consecuencias de la crisis multisectorial que vivimos.
Así las cosas se hace obligante que los panameños más lúcidos, del color político, clase social o económica que sean, den un paso al frente y busquen acciones de mediación, no para paliar la crisis con parches sino lograr la decisión de corregir, integralmente, las causas de conflicto.
En días pasados, si de algo sirve, el presidente de Costa Rica, concluye que en Panamá se ha producido “una pérdida de legitidad del Estado, con respecto a la población. La población ya no cree en el Estado”. Traducido en dos palabras sería: Estado fallido. O como describía Roberto Arosemena en su libro “Panamá, nación sin Estado”.
No es fácil encontrar esos caminos de avenencia porque, después de 56 años de que una cofradía de ciudadanos de la peor ralea, confabulados en las diferentes articulaciones del poder, han pelechado de ese poder, sin códigos morales, degradando la vida ciudadana.
Amanecerá y veremos...