- sábado 29 de julio de 2023 - 10:20 AM
La falta de tolerancia puede cambiar tu vida
¿Cuántos seres humanos se encuentran en las cárceles cumpliendo una condena larga producto de emociones desmedidas? ¿Cuántas personas están bajo tierra esperando el juicio divino final por falta de control emocional? A diario nos sorprenden los medios con noticias de heridos y muertos debido a la exaltación. Cada persona posee temperamento y carácter. Habrá las que por poco se agarran a golpes y las que tienen un sentido de aguante extraordinario. Las primeras pueden ser carne carcelaria y las segundas cumplirán el ciclo de su vida sin tantos aspavientos. Hace poco me enteré de la muerte de una mujer producto de un ataque con arma blanca. En ese rejuego de energías sin control también aportaron su granito de arena el licor y las drogas. También estaban de por medio los sentimientos. Según la noticia se trataba de dos mujeres que en tiempos idos mantenían un intercambio de caricias y besos… ellas eran pareja. Una, quien fue desalojada de la vivienda, se acercó a recoger sus pertenencias. En ese interín salieron a relucir comentarios que enrarecieron el ambiente. Un sicólogo me dijo una vez que no es lo mismo una pelea entre una pareja normal – hombre y mujer – que cuando se trata de enfrentamientos en personas del mismo sexo. Allí el fuego es más fuerte, al igual que las emociones. El hecho que menciono acaba de pasar, hace pocas horas, en una región de Changuinola, provincia de Bocas del Toro.
Traigo el tema debido a la repetición de sucesos de sangre donde el denominador común es la falta de control de las emociones. Hombres que matan a sus esposas y luego se suicidan… caballeros que matan a sus parejas debido a celos enfermizos… peleas entre parroquianos por nimiedades. ¿Y cuál es el destino de esos seres humanos que no controlan el carácter? Si uno muere ya sabemos que al vivo le tocará aclarar el asunto. Y mientras esto pase lo llevarán por 6 meses a prisión para iniciar las investigaciones. Si no comprueba la inocencia le agregarán muchos años tras los barrotes. La persona muerta será sepultada o cremada a la espera de ese juicio final del que nos habla la Biblia. ¿Quiere usted ser parte de las estadísticas del sistema carcelario o del cementerio? Antes de actuar con frenesí cuente hasta mil. Sepa que producto del desenfreno emocional usted puede acabar con la vida de una persona o dejarla lisiada. Le agradezco a Dios por el padre que me dio. Don Felipe Hernández Talavera, en vida, fue una persona parsimoniosa. Eran de esos seres humanos que le pedían permiso al pie izquierdo para mover el derecho. Con voz pausada le daba rienda siempre al razonamiento y frente a reyertas su opción era el retiro prudencial. A él no le importaban los gritos, ni el calibre de las palabras. Tenía una frase que siempre nos la repetía… “¡Hijos, yo prefiero que me digan que por aquí pasó corriendo un cobarde a que me expresen que un hijo es huésped de un camposanto!”
En esos pensamientos se esconde un mensaje extraordinario. A veces la víctima no es la que inició la pelea sino aquella que presenciaba y se metió a mediar. Por salvador de la patria quedó con la bala o el puñal en el pecho cuyo destino era para otra persona. Si usted ve que los ánimos están caldeados y que es poco lo que puede hacer haga dos cosas… Aléjese y busque la manera de llamar a las autoridades policiales. ¿Qué gana con quedarse en un ambiente donde lo que ocurra será de pronósticos reservados? Tenga presente que cuando usted no domina las emociones el cerebro es privado de tomar las mejores decisiones. Es allí donde se pueden desbordar las pasiones… donde usted queda actuando en automático… donde se pierde el control. Si usted tiene estos episodios a diario por favor busque apoyo profesional, de lo contrario, en cualquier momento, puede ser el actor principal de un desenlace fatal que le puede cambiar la vida en un segundo. ¡Observen a las personas que salen por los medios de comunicación! Algunas, en las redes sociales, por aquello de un falso anonimato, ¡dicen lo primero que viene a la cabeza! Son las que le dan paso a la emoción sin sentido… que al pensamiento razonado. Les aseguro que ellas están a un tris, o de la cárcel o del cementerio. Y cuando el ambiente vuelve a la normalidad vendrá la lloradera donde saltará la pregunta de siempre… ¿por qué lo hice? ¡Feliz sábado y a controlar las emociones!