• lunes 11 de febrero de 2013 - 12:00 AM

La eterna vigilancia

LA ETERNA VIGILANCIA. La política de obstruir la construcción de un Estado Constitucional en Panamá ha conocido una marcada aceleración...

LA ETERNA VIGILANCIA

La política de obstruir la construcción de un Estado Constitucional en Panamá ha conocido una marcada aceleración durante los últimos años. Al mismo tiempo ha ido en aumento la abulia de la población para con la —necesaria— participación ciudadana, que no cesa de aumentar.

Los últimos actos de la cleptocracia de los gobernantes dejan un amargo sabor de la terrible mezcla de autocracia con impunidad que, sumada a la política de exclusión de cualquier forma de participación ciudadana en los asuntos públicos, confirma lo que he venido aseverando durante los últimos años: Panamá ha ido dejando de ser un país para ser convertido, cada día más, en un negocio.

La vorágine que vivimos en materia social y de política de Estado pasa olímpicamente desapercibida para las grandes mayorías nacionales. Cada día hay menos diálogo, menos debate, pero, eso sí, más imposiciones, más arbitrariedades, más abusos de autoridad y de extralimitación de funciones.

El debido proceso, el respeto a las garantías fundamentales y a los derechos humanos han sido excluidos de la vida nacional. El país político vive un carnaval permanente, de farsa en farsa, mientras construye el escenario para la tragedia que les sirva de pretexto para permanecer en el poder, monopolizando todo, destruyendo cualquier vestigio de institucionalidad y reforzando la camisa de fuerza que les permita mantener secuestrada cualquier aspiración democrática.

El proceso de cercenamiento de nuestras libertades ciudadanas y de nuestros más elementales derechos como personas pisotea el principio constitucional de que ‘el poder público emana del pueblo’ y manipula todo lo que esté al alcance para impedir que la población asuma su papel decidido de centinela de sus libertades.

‘El precio de la libertad es la eterna vigilancia’, nos enseñó Thomas Jefferson. En Panamá hay un absoluto abandono de la libertad y de la eterna vigilancia, lo cual nos conduce, día a día, al patíbulo de la vil autocracia.

La ‘fiesta electoral’, como denominan cínicamente a la violación de la voluntad popular, no augura posibilidades reales de transformación y erradicación de prácticas y vicios destructores que caracterizan la ausencia de constitucionalismo.

Tengamos entonces muy presente la preclara enseñanza de Benjamín Franklin: ‘Aquellos que ceden la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad’.

* CONSTITUCIONALISTA Y CATEDRÁTICO UNIVERSITARIO