• martes 25 de marzo de 2025 - 7:20 AM

Escándalos en la educación superior en Panamá

Ya varias personas han admitido irregularidades con títulos “chimbos”

En cualquier país serio, un escándalo de plagio y falsificación de títulos en una universidad sería un terremoto institucional. Pero en Panamá, parece que seguimos normalizando la deshonestidad académica como si fuera parte del folklore nacional.

Los recientes casos en las universidades, donde se ha denunciado a profesores con doctorados fraudulentos y casos de plagio descarado, son una vergüenza monumental.

No es solo un problema de una facultad o de una universidad, sino un cáncer que carcome la educación superior panameña. Ya varias personas han admitido irregularidades con títulos “chimbos” y favoritismos en nombramientos. ¿Y el resto de las universidades? ¿Cuántos diplomas falsos más hay rodando por ahí? Es hora de que las autoridades se pongan los pantalones y hagan una auditoría completa de los títulos otorgados en los últimos años.

Aquí no estamos hablando solo de un par de copiones en una tesis, sino de una estructura corrupta que permite que personas sin preparación ocupen puestos académicos y administrativos con documentos falsificados o trabajos plagiados. Es un insulto para los estudiantes que sí se queman las pestañas estudiando y para los profesionales que han sudado por sus títulos con esfuerzo legítimo.

Panamá necesita una auditoría seria en las universidades, tanto públicas como privadas, para verificar la autenticidad de los títulos que han emitido. Se debe crear una comisión independiente que cruce información con el banco de datos universitario y verifique si los títulos coinciden con las investigaciones y requisitos exigidos. Si aparecen diplomas falsos o títulos obtenidos sin cumplir los requisitos, las autoridades deben actuar sin titubeos: revocar credenciales, destituir a los responsables y, si es necesario, abrir procesos penales.

No podemos permitir que nuestras universidades se conviertan en fábricas de diplomas sin valor. La credibilidad de nuestro sistema educativo está en juego. Todo aquel que no cumple con los reglamentos que se supone que es para todos por igual, deben de irse de patitas a la calle.