El pasado 19 de octubre, tuve la oportunidad de probar un delicioso dulce denominado quesillo, en los estacionamientos de La Arepería Panamá. Detrás de este postre hay una historia inspiradora: la de Jesús Riaño, venezolano de origen humilde, quien actualmente vive en Colombia —tierra donde nació su padre— y de quien heredó el valor del trabajo honrado.
La vida llevó a Jesús a salir de Venezuela a los 19 años, iniciando una nueva etapa en Colombia. Con el ímpetu de la juventud y el deseo de superarse, decidió seguir el ejemplo de su padre: trabajar con esfuerzo para mantener a su familia.
Con un molde heredado y una receta tradicional venezolana, Jesús comenzó a preparar y vender quesillos, un postre casero cuyo éxito radica en su sabor y textura, y cuyo color ideal debe ser miel tirando a café.
Las redes sociales fueron su impulso. Aprendió a moverse en el mundo digital —un universo desconocido para él— y logró llegar a millones de seguidores gracias a su carisma, su carrito y, sobre todo, su gran don de gente.
Hoy, @jesusquesillo se ha convertido en una celebridad. Realiza giras por distintas ciudades del mundo, entre ellas Panamá, donde la gente lo espera en filas no solo para probar su dulce, sino también para conocerlo, participar en retos y tomarse fotos con él.
Como dijo Steve Jobs, “el trabajo va a ocupar la mayor parte de tu vida, y la única forma de estar realmente satisfecho es hacer aquello que crees que es un gran trabajo. La única manera de hacerlo es amar lo que haces”.
En la historia de Jesús encontré una receta familiar, un ingrediente personal y una pasión auténtica que, combinadas con el poder de las redes sociales y el contacto directo con sus clientes, lo han llevado al éxito.
Su trabajo es reflejo de autenticidad, esfuerzo y amor por lo que hace.
La autora es profesora
