• jueves 06 de febrero de 2025 - 11:00 AM

El radicalismo de las partes nos llevó a la invasión

Los hechos presentes donde Estados Unidos amenaza a Panamá guardan relación con otros del pasado. Los del norte han intervenido de forma abierta y solapada para cambiar el rumbo de los acontecimientos. Por ejemplo, Arnulfo Arias Madrid fue derrocado en 1941 con el aplauso y las maniobras, tras bambalinas, de Estados Unidos. La razón de ello fue el rechazo de ese presidente a las pretensiones de los gringos en ese momento y que tenían relación con la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué pasó a finales de la década del 80 que nos llevó a la invasión? Veamos lo que piensa Benjamín Colamarco, la cara visible de los batallones de la dignidad. Él asegura que en todo momento estuvo la defensa de la Patria agredida y el cumplimiento de la Constitución.

Abro cita. “En primer lugar, quisiera parafrasear a Ortega y Gasset quien en su obra “Meditaciones del Quijote” escribió: “El hombre es el hombre y sus circunstancias”. Lo parafraseo y señalo que el hombre es quien es y sus circunstancias. En ese sentido, expreso la contextualización que debemos hacer de los hechos históricos en el momento en que acontecieron. Es decir, a finales de los años 80, haciendo énfasis en 1989. Hablo del contexto geopolítico mundial, las circunstancias que se vivían y que no se parecen en nada a los hechos en que nos desenvolvemos hoy. Eso es importante, de lo contrario no podemos hacer el análisis correcto de los acontecimientos conforme a ese contexto histórico. En 1989 todavía estábamos en plena guerra fría. En Centroamérica estaban los movimientos por la liberación nacional de los pueblos centroamericanos. Panamá fue promotor y auspiciador del grupo de Contadora.

Los EE. UU. tenían intereses geopolíticos, sobre todo los sectores más ultraconservadores del gobierno del Partido Republicano en los Estados Unidos de esa época. El presidente Reagan, luego el presidente George Bush, y desde esa óptica intervinieron, en los acontecimientos en Centroamérica y en Panamá. Había otro componente que era la Unión Soviética, que también jugaba un papel en medio de la guerra fría y la contraposición entre Este-Oeste. Panamá era una pieza fundamental dentro de esos intereses. Por medio estaba también el cumplimiento de los tratados Torrijos - Carter y la lucha de Panamá por la recuperación de su soberanía y del Canal para Panamá. Esos movimientos externos tuvieron influencia en los asuntos internos de la República de Panamá.

Comenzó la lucha entre quienes respaldábamos una posición nacionalista y quienes se oponían desde su perspectiva. Reconocemos que actores, de parte y parte, consideraron estas luchas como de principios, desde posiciones antagónicas. Lo que no pudimos hacer es que lográsemos un avenimiento, un acuerdo político, para poder resolver esas contradicciones internas que tenían una provocación o una activación externa, entre otros elementos. Quiero resumir diciendo que esos intereses geo-políticos jugaron un papel que provocaron esa separación entre fuerzas antagónicas que produjeron radicalizaciones que no son buenas. He visto, a la luz de los años que las soluciones, cuando hay posiciones muy radicales, tienen que verse desde una posición más de ceder y buscar una solución interna, sin intervención externa. Eso no se pudo lograr. Creo que cada vez que se trató hubo alguna fuerza que intervino.

De hecho, el día 16 de diciembre de 1989, y me permito hacer referencia a la Resolución número 11, del 15 de diciembre de 1989, publicada en la Gaceta Oficial de la República de Panamá, número 21436 que, en su parte resolutiva, hace un llamado para buscar una solución política a la situación que vivíamos en el país. En ese sentido dice: “Proponemos el poder encontrar una solución a las diferencias políticas que han divido al país en dos bandos antagónicos. Que es urgente y necesario que existan las condiciones necesarias para establecer vías de comunicación adecuadas, para resolver las discrepancias que existen entre los grupos en discordia.” Esto es una resolución oficial que expresaba la necesidad de buscar fórmulas de avenimiento, pero no se lograron. Se buscaron fórmulas de solución, pero los intereses del gobierno de los EE.UU., de ese momento, prevalecieron. Se optó por la acción militarista conocida como “Operación Blue Spoon”. Así se conocía antes del 20 de diciembre. Ya había sido programada muchos años antes. Esa Operación “Blue Spoon” devino en la invasión del 20 de diciembre a la cual llamaron Operación Causa Justa, que produjo la muerte de tres mil panameños y la violación de la integridad territorial del Estado. Así quedó plasmada en la resolución 44/240 de 29 de diciembre de 1989, de las Naciones Unidas, condenando al gobierno de Estados Unidos de la época por violar el derecho internacional y la integridad territorial del Estado panameño.

El juramento de Guillermo Endara, Guillermo Ford y Ricardo Arias.

Fue el 19 de diciembre. Ellos tomaron posesión el día anterior en la base militar de Clayton. Recuerden que en Panamá había 14 bases militares norteamericanas. Tomaron posesión, custodiados por el ejército que vino a invadirnos en el amanecer del 20 de diciembre. Esa invasión fue violatoria del derecho internacional, no lo digo yo, lo demuestran las resoluciones de las Naciones Unidas. La invasión fue condenada por las Naciones Unidas y fue violatoria del derecho internacional, y eso está claramente demostrado en senda resolución y no es una posición subjetiva mía.

¿Qué opinión le merece el presidente Guillermo Endara?

El presidente Endara creyó en sus ideas desde su perspectiva, desde su circunstancia, y eso hay que reconocerlo; que yo las comparta o no, eso es otro tema más subjetivo. Pero, así como él luchó por sus ideas, desde su visión, desde su punto de vista, también hay que respetar las ideas de quienes tenemos un punto de vista diferente. Mi posición fue la defensa de la independencia nacional, de la integridad territorial del Estado y la no intervención de un gobierno y de un ejército extranjero en los asuntos internos de la República de Panamá. ¿Cómo vivió el inicio de la invasión?

Regresaba a mi casa, alrededor de las diez de la noche del 19 de diciembre. Cuando llego a mi casa, suena el teléfono... era el capitán Moisés Cortizo, quien era jefe de la Quinta Compañía de Policía Militar Victoriano Lorenzo, cuya sede estaba en el Fuerte Amador. Él tenía la responsabilidad, de mantener el contacto, según los Tratados, con la contraparte norteamericana de la policía militar. El batallón, el Comando Torrijista 16 de Diciembre, al que yo pertenecía, hacia cabeza en la Quinta Compañía Victoriano Lorenzo, por eso me llama para decirme: “Benjamín, hemos perdido la comunicación con la contraparte”. Antes de la invasión había cerca de 13 mil soldados norteamericanos en las bases militares distribuidas en todas las áreas revertidas, desde el Atlántico hasta el Pacífico. Con la invasión vinieron otros 15 o 20 mil más.

Tomé mi vehículo con un compañero que ya estaba conmigo. Cuando íbamos a entrar al Fuerte Amador, la garita estaba oscura, no había ningún soldado, y toda el área izquierda estaba oscura, era un blackout. Solo había luces del lado panameño, del lado norteamericano estaba todo oscuro. En ese momento tuve una sensación muy extraña, era como un presagio. Entramos por la calle del edificio del Consejo de Coordinación de los Tratados para la Defensa... cuando llegamos a la Quinta Compañía había un gran movimiento de tropas. Estaban moviendo las armas y sacándolas hacia camiones y buses que estaban en la parte de atrás. En medio de ese movimiento, llegamos hasta la sala de guardia y cuando llegamos allí, el Capitán Cortizo había dado la orden de evacuar. Amador era como la cueva del lobo, era una sola salida y mar. Se había dado la orden de evacuar toda esa zona. Comenzaron a sacar las armas y pertrechos hacia el punto de re-organización que era la Avenida de Los Mártires, uno, y el otro punto era el área de la Canina, donde está ahora la sede del Parque Natural Metropolitano en la (vía) Juan Pablo II. Alrededor de la medianoche oímos las primeras detonaciones de fuego de ametralladoras hacia el noreste de la posición en la que estábamos nosotros, que eran las barracas construidas para la segunda guerra mundial.

Ya habían evacuado una gran parte del personal... quedábamos pocos, éramos como 14 personas en la sala de guardia, y bueno, se dio la conflagración... Una historia muy dura de lucha y de dolor. Esos días fueron días terribles, días de frustración, de dolor, de temor, de rabia, de impotencia, en fin. Es algo muy difícil, sobre todo cuando uno recuerda a compañeros como Manuel Carol; Alejandro Hubbard; Ángel Benítez, en fin, que combatieron y lucharon por defender la integridad territorial del Estado y la independencia nacional, en función de determinados principios patrióticos. No hay nada peor que la guerra. Y todo lo que se tenga que hacer para evitarla, se tiene que hacer. Debemos buscar siempre la solución política, y en ese sentido, decía Von Clausewitz (uno de los teóricos más influyentes de la ciencia militar moderna) la guerra es la extensión de la política con otros medios. Yo difiero de Von Clausewitz, no hay que llegar a esos otros medios, deben agotarse las opciones políticas. Pienso que la guerra debe ser evitada a toda costa y nadie debe propiciarla. Nosotros debemos mirar hacia adelante y entender que siempre deben darse soluciones políticas.

¿Qué pretendió EE. UU., con la invasión a Panamá?

Un mensaje muy contundente hacia los movimientos de liberación nacional en Centroamérica, en Nicaragua, en El Salvador, en Guatemala, en Honduras. También los intereses de esos sectores ultraconservadores del partido Republicano, que yo denomino los halcones, desde esa óptica de pretender desdecir, renegociar o replantear, la letra, el contenido del espíritu del proceso descolonizador contenido en los Tratados Torrijos-Carter.

¿Cómo surgen y qué son los Batallones de la Dignidad?

En esa época yo era director del IRHE, Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrificación, una dirección autónoma del Estado. En abril de 1988, por esto es importante la fecha, diversos grupos de la sociedad solicitamos al gobierno nacional instrucción, entrenamiento, para defender la independencia nacional y la integridad territorial del Estado, que se veía amenazada por una potencia extranjera. En marzo de 1988, los EE. UU. imponen un férreo bloqueo económico y comercial a la República de Panamá, adicionalmente a eso, violan los Tratados Torrijos-Carter. Es decir, entre 1987 y 1989, el gobierno de los EE. UU., desarrolla acciones violatorias de los Tratados Torrijos-Carter. Más de 200 violaciones registradas. Es más, hay un documento que explica todas las violaciones a los Tratados Torrijos-Carter en esos años. En abril de 1988, estos grupos solicitan entrenamiento para participar como una segunda línea de defensa de la integridad territorial del Estado. Y así surgen los Batallones de la Dignidad. El artículo 306 de la Constitución, en esa época, ahora es el 310, señala lo siguiente. “Todos los panameños están obligados a tomar las armas para defender la independencia nacional y la integridad territorial del Estado, en caso de que las mismas se vean amenazadas por una nación extranjera”.

¿Cuánto tiempo pasó encarcelado?

Estuve privado de libertad casi cuatro años. Los primeros seis meses en el sótano de la Cárcel Modelo. Después de la visita de la Cruz Roja Internacional, el 31 de julio de 1990, nos trasladaron del sótano a la segunda galería. Y, a partir de que estuvimos ubicados en esa celda, entonces, ya nos permitieron una comida al día desde nuestras casas. Fui capturado por las tropas norteamericanas el 10 de enero de 1990 y encarcelado hasta el 11 de octubre de 1993, en la Cárcel Modelo. A pesar de todo lo ocurrido insisto, tenemos y debemos construir un solo Panamá, integrado económica y socialmente, donde todos nos demos la mano y nos abracemos como panameños, “mirando hacia el futuro con una actitud positiva.” Hasta aquí la cita de Benjamín Colamarco.

Mi esposa María Teresa Patiño Amor y este servidor, como responsables del libro “La Invasión, reconstrucción de los hechos”, declaramos que Benjamín Colamarco ha pedido perdón, en varias ocasiones, pero insiste en que siempre actuó movido por los ideales de lucha y defensa por la Patria. Sobre el ataque en contra de los candidatos aquel 10 de mayo de 1989 Colamarco destaca que los Batallones de la Dignidad no tuvieron participación alguna, pero hubo personas que se pusieron esa camiseta dando otra impresión. Y sobre esto recalca: “Pero bueno, eso no es lo que yo quiero resaltar, lo que quiero decir es que cualquier cosa que haya escapado de nuestras manos, de la situación, en medio de esa escalada intervencionista del gobierno de los EEUU de la época, y que haya afectado a otros, uno debe pedir perdón por esos hechos. Y lo he hecho muchas veces, porque hay que saber perdonar y hay que saber pedir perdón, con la humildad que se debe pedir, porque somos cristianos, somos católicos, en fin, somos gente de fe. Y eso es importante, esa capacidad de pedir perdón con sinceridad y de saber dar el perdón, es muy importante.” A mis lectores tocará analizar este documento y espero que lo hagan con la serenidad que exige. Dios nos bendiga en estos momentos donde se respiran aires un poco similares a los de 1989. Abrazos.

Docente universitario

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